Melodias Celestiales

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quarta-feira, 8 de junho de 2016

Biblia Reina Valera completa - Marcos

MARCOS 1
1Principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. 2Como está escrito en los profetas: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. 3Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor: Enderezad sus sendas. 4Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para remisión de pecados. 5Y salía a él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalén, y eran todos bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y portaba un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. 7Y predicaba, diciendo: Viene tras mí uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. 8Yo a la verdad os he bautizado en agua; pero Él os bautizará con el Espíritu Santo. 9Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.10Y luego, subiendo del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre Él.11Y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo contentamiento. 12Y enseguida el Espíritu le impulsó al desierto. 13Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían. 14Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,15y diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado: Arrepentíos, y creed el evangelio. 16Y caminando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. 17Y Jesús les dijo: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 18Y dejando al instante sus redes, le siguieron. 19Y pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, que estaban también en la barca remendando sus redes. 20Y al instante los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, fueron en pos de Él. 21Y entraron en Capernaúm; y luego en el día sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba. 22Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23Y había en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual dio voces, 24diciendo: ¡Déjanos! ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. 25Y Jesús le reprendió, diciendo: ¡Enmudece, y sal de él! 26Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él. 27Y todos estaban maravillados, de tal manera que se preguntaban entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen? 28Y pronto corrió su fama por toda la región alrededor de Galilea. 29Y en seguida, saliendo de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. 30Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre, y le dijeron luego de ella. 31Entonces vino Él, y tomándola de la mano la levantó; y al instante le dejó la fiebre, y ella les servía. 32Y a la caída la tarde, cuando el sol se puso, le trajeron a todos los enfermos, y a los endemoniados; 33y toda la ciudad se agolpó a la puerta. 34Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían. 35Y levantándose muy de mañana, mucho antes del amanecer, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. 36Y Simón y los que estaban con él salieron a buscarle; 37y hallándole, le dijeron: Todos te buscan. 38Y Él les dijo: Vamos a las ciudades vecinas, para que predique también allí, porque para esto he venido. 39Y predicaba en las sinagogas de ellos por toda Galilea, y echaba fuera los demonios. 40Y vino a Él un leproso, rogándole; y arrodillándose ante Él, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. 41Y Jesús, teniendo compasión de él, extendió su mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.42Y así que hubo Él hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio. 43Entonces le apercibió rigurosamente, despidiéndole luego, 44y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos. 45Pero él, en cuanto salió, comenzó a publicarlo mucho, y a divulgar el hecho, de manera que Jesús ya no podía entrar abiertamente a la ciudad, sino que se estaba fuera en los lugares desiertos; y venían a Él de todas partes.
MARCOS 2
1Y después de algunos días entró otra vez en Capernaúm, y se oyó que estaba en casa. 2E inmediatamente se juntaron muchos, tanto que ya no había lugar, ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. 3Entonces vinieron a Él unos trayendo a un paralítico, que era cargado por cuatro. 4Y no pudiendo llegar a Él por causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. 5Y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6Y estaban sentados allí unos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones:7¿Por qué habla Éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? 8Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? 10Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados dijo al paralítico: 11A ti te digo: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. 12Y al instante él se levantó, y tomando su lecho, salió delante de todos; de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Nunca tal hemos visto! 13Y volvió a irse al mar; y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba. 14Y pasando, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió. 15Y aconteció que estando Jesús a la mesa en su casa, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa con Jesús y sus discípulos; porque eran muchos, y le seguían. 16Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y los pecadores, dijeron a sus discípulos: ¿Qué es esto, que Él come y bebe con publicanos y pecadores? 17Y oyéndolo Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos: No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. 18Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan, y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan? 19Y Jesús les dijo: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, mientras el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar.20Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.21Nadie cose remiendo de paño nuevo en vestido viejo, de otra manera el remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. 22Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar. 23Y aconteció que pasando Él por los sembrados en sábado, sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas. 24Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito? 25Y Él les dijo: ¿No habéis leído qué hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y los que con él estaban; 26cómo entró en la casa de Dios, en los días de Abiatar el sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y dio aun a los que con él estaban? 27También les dijo: El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado. 28Así que el Hijo del Hombre es Señor aun del sábado.
MARCOS 3
1Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. 2Y le acechaban, si en sábado le sanaría, para poder acusarle.3Entonces dijo al hombre que tenía seca la mano: Levántate y ponte en medio. 4Y les dijo: ¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. 5Entonces mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano le fue restaurada sana como la otra. 6Y saliendo los fariseos, en seguida tomaron consejo con los herodianos contra Él, de cómo le matarían. 7Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió una gran multitud de Galilea, y de Judea, 8y de Jerusalén, y de Idumea, y del otro lado del Jordán, y los de alrededor de Tiro y de Sidón, una gran multitud, que oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron a Él. 9Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre apercibida una barca, por causa de la multitud, para que no le oprimiesen. 10Porque había sanado a muchos, de manera que por tocarle, caían sobre Él todos los que tenían plagas. 11Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de Él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. 12Mas Él les reprendía mucho que no le diesen a conocer. 13Y cuando subió al monte, llamó a sí a los que Él quiso, y vinieron a Él. 14Y ordenó a doce, para que estuviesen con Él, y para enviarlos a predicar. 15Y que tuviesen poder para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: 16A Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; 17a Jacobo, hijo de Zebedeo, a Juan hermano de Jacobo, a quienes puso por sobrenombre Boanerges, que es, Hijos del trueno;18a Andrés, a Felipe, a Bartolomé, a Mateo, a Tomás, a Jacobo, hijo de Alfeo, a Tadeo, a Simón el cananita, 19y a Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa. 20Y otra vez se agolpó la multitud, de manera que ellos ni aun podían comer pan. 21Y cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí. 22Y los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Belcebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. 23Y llamándoles, les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás, echar fuera a Satanás? 24Y si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. 25Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. 26Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, antes ha llegado su fin. 27Nadie puede entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no ata al hombre fuerte, y entonces podrá saquear su casa.28De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;29pero cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que está en peligro de condenación eterna. 30Porque decían: Tiene espíritu inmundo. 31Entonces vienen sus hermanos y su madre, y estando afuera, envían a Él, llamándole.32Y la multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan. 33Y Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre, o mis hermanos? 34Y mirando alrededor a los que estaban sentados en derredor de Él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 35Porque todo aquel que hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
MARCOS 4
1Y otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y una gran multitud se reunió alrededor de Él; tanto que entró en una barca, y se sentó en ella en el mar, y toda la multitud estaba en tierra junto al mar. 2Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: 3Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; 4y aconteció que al sembrar, una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo y la devoraron. 5Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó, porque no tenía profundidad de tierra; 6pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7Y otra parte cayó entre espinos; y crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto. 8Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto que brotó y creció; y produjo, una a treinta, otra a sesenta, y otra a ciento por uno.9Y les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga. 10Y cuando estuvo solo, los que estaban cerca de Él con los doce le preguntaron sobre la parábola. 11Y les dijo: A vosotros es dado el saber los misterios del reino de Dios; mas a los que están fuera, todo es hecho por parábolas; 12para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan y les sean perdonados sus pecados.13Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? 14El sembrador es el que siembra la palabra. 15Y éstos son los de junto al camino; en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que fue sembrada en sus corazones. 16Y de igual modo, éstos son los que son sembrados en pedregales; quienes habiendo oído la palabra, al momento la reciben con gozo; 17pero no tienen raíz en sí, sino que duran poco tiempo; pero luego, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida se escandalizan. 18Y éstos son los que fueron sembrados entre espinos; los que oyen la palabra, 19pero los afanes de este mundo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 20Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra; los que oyen la palabra y la reciben, y llevan fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento por uno. 21Y les dijo: ¿Se trae el candil para ponerse debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerse en el candelero? 22Porque nada hay oculto que no haya de ser manifestado; ni secreto, que no haya de ser descubierto. 23Si alguno tiene oídos para oír, oiga. 24Y les dijo: Mirad lo que oís; porque con la medida que medís, se os medirá, y a vosotros los que oís, más os será añadido. 25Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 26Y dijo: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; 27y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin saber él cómo. 28Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga. 29Y cuando ha dado el fruto, en seguida se mete la hoz, porque la siega es llegada. 30Y dijo: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola le compararemos? 31Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; 32pero después de sembrado, crece, y se hace la más grande de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de manera que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra. 33Y con muchas parábolas semejantes les hablaba la palabra, conforme ellos podían oír. 34Y sin parábola no les hablaba, mas a sus discípulos en privado les aclaraba todas las cosas. 35Y aquel día, cuando cayó la tarde, les dijo: Pasemos al otro lado.36Y despidiendo a la multitud, le recibieron como estaba en la barca; y había también con Él otras barcas. 37Y se levantó una gran tempestad de viento, y las olas azotaban la barca, de manera que ya se anegaba. 38Y Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y despertándole, le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento. Y se hizo grande bonanza. 40Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo es que no tenéis fe? 41Y temieron en gran manera, y se decían el uno al otro: ¿Qué clase de hombre es Éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
MARCOS 5
1Y vinieron al otro lado del mar, a la provincia de los gadarenos. 2Y saliendo Él de la barca, en seguida le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 3que tenía su morada entre los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.4Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos, y nadie le podía domar. 5Y siempre, de día y de noche, andaba en los montes y en los sepulcros, dando voces e hiriéndose con piedras. 6Y cuando vio a Jesús de lejos, corrió y le adoró. 7Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tengo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 8Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. 10Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella provincia. 11Y estaba allí cerca del monte un hato grande de puercos paciendo. 12Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los puercos para que entremos en ellos. 13Y luego Jesús se los permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó al mar por un despeñadero; y en el mar se ahogaron. 14Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido. 15Y vinieron a Jesús, y vieron al que había sido poseído del demonio y había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 16Y los que lo habían visto les contaron cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos. 17Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos. 18Y entrando Él en la barca, el que había estado poseído del demonio le rogaba que le dejase estar con Él. 19Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. 20Y yéndose, comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho con él; y todos se maravillaban. 21Y cuando Jesús pasó otra vez en una barca al otro lado; una gran multitud se reunió alrededor de Él; y Él estaba junto al mar. 22Y he aquí, vino uno de los príncipes de la sinagoga llamado Jairo, y luego que le vio, se postró a sus pies, 23y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está a punto de morir; ven y pon tus manos sobre ella para que sea sana, y vivirá. 24Y Jesús fue con él, y mucha gente le seguía, y le apretaban. 25Y una mujer que padecía flujo de sangre por ya doce años, 26y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y no había mejorado, antes le iba peor,27cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud y tocó su manto. 28Porque decía: Si tan sólo tocare su manto, seré sana. 29Y al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana de aquel azote. 30Y enseguida Jesús, sabiendo en sí mismo el poder que había salido de Él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mi manto? 31Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?32Pero Él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto. 33Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de Él, y le dijo toda la verdad.34Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz, y queda sana de tu azote. 35Mientras Él aún hablaba, vinieron de la casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? 36Y tan pronto como Jesús oyó la palabra que fue dicha, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37Y no permitió que le siguiese nadie, salvo Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38Y vino a casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. 39Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme. 40Y se burlaban de Él. Pero Él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con Él, y entró a donde la muchacha yacía. 41Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: Talita cumi; que es si lo interpretares: Muchacha, a ti te digo: Levántate. 42Y al instante la muchacha se levantó y anduvo; porque tenía doce años. Y estaban atónitos, muy asombrados. 43Y Él les encargó mucho que nadie lo supiese, y mandó que se le diese de comer
MARCOS 6
1Y salió Él de allí y vino a su tierra, y le siguieron sus discípulos. 2Y llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene Éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, que tales maravillas son hechas por sus manos? 3¿No es Éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de Él. 4Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.5Y no pudo hacer allí una gran obra, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sus manos sobre ellos. 6Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.7Y llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio potestad sobre los espíritus inmundos.8Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa; 9Sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. 10Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí. 11Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo de debajo de vuestros pies para testimonio contra ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.12Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. 13Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban. 14Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio, y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso milagros obran en él. 15Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.16Mas oyéndolo Herodes, dijo: Es Juan, al que yo decapité, él ha resucitado de los muertos. 17Porque Herodes mismo había enviado y prendido a Juan, y le había atado en la cárcel a causa de Herodías, esposa de Felipe su hermano; pues se había casado con ella.18Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la esposa de tu hermano. 19Y Herodías le aborrecía, y deseaba matarle, pero no podía; 20porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba; y cuando le oía, él hacía muchas cosas, y le oía de buena gana. 21Pero viniendo un día oportuno, en que Herodes, en su cumpleaños, hizo una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea; 22entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la damisela: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré. 23Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino. 24Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista. 25Entonces ella entró apresuradamente ante el rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista. 26Y el rey se entristeció mucho, mas por causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla. 27Y en seguida el rey envió a un verdugo, y mandó que fuese traída su cabeza; y el verdugo fue y le decapitó en la cárcel,28y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la damisela, y la damisela la dio a su madre. 29Y cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron el cuerpo y lo pusieron en un sepulcro. 30Entonces los apóstoles se reunieron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. 31Y Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni aun tenían tiempo para comer. 32Y se fueron en la barca a un lugar desierto, a solas. 33Pero la gente les vio partir, y muchos le reconocieron, y corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a Él. 34Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos porque eran como ovejas que no tenían pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35Y cuando el día era ya muy avanzado, sus discípulos se acercaron a Él y le dijeron: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada. 36Despídelos para que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor, y compren pan para sí; porque no tienen qué comer. 37Respondiendo Él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer? 38Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y enterándose, dijeron: Cinco, y dos peces. 39Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde. 40Y se sentaron por grupos, de cien en cien, y de cincuenta en cincuenta. 41Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de ellos; y repartió los dos peces entre todos. 42Y todos comieron y se saciaron. 43Y recogieron de los pedazos doce canastos llenos, y de los peces. 44Y los que comieron de los panes eran como cinco mil hombres.45Y en seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de Él al otro lado, a Betsaida, entre tanto que Él despedía a la multitud. 46Y habiéndoles despedido se fue al monte a orar. 47Y al anochecer, la barca estaba en medio del mar, y Él solo en tierra.48Y al ver que se fatigaban remando, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería pasarlos de largo. 49Y viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y dieron voces;50porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos y les dijo: Tened buen ánimo, yo soy, no temáis. 51Y subió a ellos en la barca, y cesó el viento, y ellos estaban asombrados sobremanera, y se maravillaban. 52Porque aún no habían entendido el milagro de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones. 53Y habiendo pasado al otro lado, vinieron a tierra de Genezaret, y tomaron puerto. 54Y saliendo ellos de la barca, enseguida le reconocieron; 55y corriendo a través de toda la región de alrededor, comenzaron a traer en lechos a los que estaban enfermos, a donde oían que estaba. 56Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar tan siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.
MARCOS 7
1Entonces se juntaron a Él los fariseos, y ciertos de los escribas, que habían venido de Jerusalén. 2Y cuando vieron a algunos de sus discípulos comer pan con manos inmundas, es decir, no lavadas, los condenaban. 3Porque los fariseos y todos los judíos, guardando la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. 4Y volviendo del mercado, si no se lavan, no comen. Y muchas otras cosas hay que han recibido para guardar, como el lavar las copas, los jarros, los vasos de bronce, y las mesas. 5Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan sin lavarse las manos? 6Y respondiendo Él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, pero su corazón lejos está de mí.7Pero en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. 8Porque haciendo a un lado el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres; el lavamiento de jarros, de copas; y hacéis muchas otras cosas semejantes. 9Y les decía: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.10Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldijere a su padre o a su madre, muera de muerte. 11Pero vosotros decís: Si un hombre dice a su padre o a su madre: Es corbán que quiere decir, mi ofrenda todo aquello con que pudiera ayudarte; quedará libre, 12y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, 13invalidando la palabra de Dios por vuestra tradición que disteis. Y muchas cosas hacéis semejantes a éstas. 14Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended:15Nada hay fuera del hombre que entrando en él, le pueda contaminar, mas lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. 16Si alguno tiene oídos para oír, oiga. 17Y apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola. 18Y les dijo: ¿También vosotros estáis sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre no le puede contaminar? 19Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina, limpiando todas las viandas. 20Y decía: Lo que sale del hombre, eso contamina al hombre. 21Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,22los hurtos, las avaricias, las maldades, los engaños, las lascivias, el ojo maligno, la blasfemia, la soberbia, la insensatez. 23Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre. 24Y levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. 25Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, oyendo de Él, vino y se postró a sus pies. 26Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 27Pero Jesús le dijo: Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien quitar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.28Y ella respondió y le dijo: Sí, Señor, pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30Y cuando ella llegó a su casa, halló que el demonio había salido, y a su hija acostada sobre la cama. 31Y saliendo otra vez de la región de Tiro y de Sidón, vino al mar de Galilea, a través de las costas de Decápolis. 32Y le trajeron a uno que era sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera su mano sobre él. 33Y tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; 34y alzando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata; que es: Sé abierto. 35Y al instante sus oídos fueron abiertos, y fue suelta la atadura de su lengua, y hablaba bien. 36Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 37Y se maravillaban en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; hace a los sordos oír y a los mudos hablar.
MARCOS 8
1En aquellos días, siendo tan grande la multitud, y no teniendo qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: 2Tengo compasión de la multitud, porque son ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;3y si los envío en ayunas a sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos. 4Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto? 5Y les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete. 6Entonces mandó a la multitud que se sentase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud. 7Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante. 8Y comieron, y se saciaron; y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete canastos. 9Y los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió. 10Y luego entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta. 11Y vinieron los fariseos y comenzaron a altercar con Él, y tentándole, le pedían señal del cielo. 12Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación. 13Y dejándolos, volvió a entrar en la barca, y se fue al otro lado. 14Y los discípulos se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. 15Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. 16Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no tenemos pan. 17Y cuando Jesús lo entendió, les dijo: ¿Por qué discutís, porque no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?18¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no os acordáis? 19Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántos canastos llenos de los pedazos alzasteis? Y le dijeron: Doce. 20Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántos canastos llenos de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.21Y les dijo: ¿Cómo es que aún no entendéis? 22Y vino a Betsaida; y le trajeron a un ciego, y le rogaron que le tocase. 23Entonces tomando de la mano al ciego, lo condujo fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniendo sus manos sobre él, le preguntó si veía algo. 24Y él mirando, dijo: Veo los hombres como árboles que caminan. 25Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. 26Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea. 27Y salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28Y ellos respondieron: Juan el Bautista; y otros: Elías; y otros: Alguno de los profetas. 29Entonces Él les dice: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. 30Y les apercibió que no hablasen de Él a ninguno. 31Y comenzó a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre padeciese mucho, y ser rechazado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. 32Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro tomándole aparte, comenzó a reprenderlo. 33Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: Quítate de delante de mí, Satanás; porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. 34Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.35Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, éste la salvará. 36Porque ¿qué aprovechará el hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?38Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación perversa y adúltera, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
MARCOS 9
1También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.2Y seis días después Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los sacó solos aparte a un monte alto; y fue transfigurado delante de ellos. 3Y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra las puede hacer tan blancas. 4Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. 5Entonces respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres tabernáculos; uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías. 6Porque no sabía lo que hablaba; pues estaban aterrados. 7Y vino una nube que les cubrió de sombra, y desde la nube una voz que decía: Éste es mi Hijo amado; a Él oíd. 8Y luego, mirando alrededor, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo. 9Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino hasta que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos. 10Y retuvieron la palabra entre sí, preguntándose entre ellos qué significaría eso de resucitar de los muertos. 11Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? 12Y respondiendo Él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; y como está escrito del Hijo del Hombre, que debe padecer mucho y ser tenido en nada. 13Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él. 14Y cuando vino a sus discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. 15Y en seguida todo el pueblo, al verle, se asombró, y corriendo hacia Él, le saludaron.16Y preguntó a los escribas: ¿Qué disputáis con ellos? 17Y uno de la multitud respondiendo, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,18el cual, dondequiera que le toma, le desgarra; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron. 19Y respondiendo Él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tengo que soportar? Traédmele. 20Y se lo trajeron; y cuando le vio, al instante el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos. 21Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño: 22Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua para matarle; pero si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros, y ayúdanos. 23Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24Y al instante el padre del muchacho, clamando con lágrimas, dijo: Señor, creo, ayuda mi incredulidad. 25Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26Entonces el espíritu, clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. 28Y cuando Él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29Y Él les dijo: Este género por nada puede salir, sino por oración y ayuno. 30Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese. 31Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día. 32Pero ellos no entendían este dicho, y tenían miedo de preguntarle. 33Y llegó a Capernaúm; y estando ya en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? 34Pero ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, de quién había de ser el mayor. 35Entonces sentándose, llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. 36Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: 37El que recibiere en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió. 38Y Juan le respondió, diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue. 39Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí. 40Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. 41Y cualquiera que os dé un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. 42Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase al mar. 43Y si tu mano te es ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que nunca será apagado; 44donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. 45Y si tu pie te es ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar en la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que nunca será apagado, 46donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. 47Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al fuego del infierno, 48donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. 49Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. 50Buena es la sal; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será sazonada? Tened sal en vosotros mismos, y tened paz los unos con los otros.
MARCOS 10
1Y levantándose de allí, vino a las costas de Judea al otro lado del Jordán. Y volvió el pueblo a juntarse a Él, y otra vez les enseñaba como solía. 2Y viniendo los fariseos, para tentarle, le preguntaron: ¿Es lícito al marido divorciarse de su esposa? 3Y Él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés? 4Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio y repudiarla. 5Y Jesús respondiendo, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento, 6pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. 7Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa; 8y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino una carne. 9Por tanto, lo que Dios unió, no lo separe el hombre. 10Y en casa sus discípulos volvieron a preguntarle de lo mismo. 11Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra ella; 12y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio. 13Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. 14Y viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. 15De cierto os digo que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él. 16Y tomándolos en sus brazos, poniendo sus manos sobre ellos, los bendecía.17Y saliendo Él para continuar su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?18Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. 19Los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No des falso testimonio: No defraudes: Honra a tu padre y a tu madre. 20Y él respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud.21Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: Ve, vende todo lo que tienes y da a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo; y ven, toma tu cruz, y sígueme. 22Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús, respondiendo otra vez, les dijo: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! 25Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 26Y ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, entonces, podrá ser salvo?27Y mirándolos Jesús, dijo: Con los hombres es imposible; pero con Dios, no; porque con Dios todas las cosas son posibles. 28Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. 29Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que ninguno hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,30que no haya de recibir cien tantos ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. 31Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros. 32E iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban asombrados, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:33He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; 34y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en Él, y le matarán; mas al tercer día resucitará. 35Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, vinieron a Él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 36Y Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 37Y ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 38Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? 39Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, beberéis de la copa de que yo bebo, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; 40pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no es mío darlo, sino que será dado a aquellos para quienes está preparado.41Y cuando lo oyeron los diez, comenzaron a indignarse contra Jacobo y contra Juan. 42Pero Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que parecen ser príncipes de los gentiles, se enseñorean sobre ellos; y los que entre ellos son grandes, tienen potestad sobre ellos. 43Pero no será así entre vosotros; antes el que quisiere ser grande entre vosotros, será vuestro servidor; 44y el que de vosotros quisiere ser el primero, será siervo de todos.45Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos. 46Entonces vinieron a Jericó; y saliendo Él de Jericó, con sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47Y cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a dar voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48Y muchos le reprendían para que callara; pero él, mucho más gritaba: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!49Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51Y respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Señor, que reciba la vista. 52Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante recibió su vista, y seguía a Jesús en el camino.
MARCOS 11
1Y cuando llegaron cerca de Jerusalén a Betfagé y a Betania, al monte de los Olivos, Él envió a dos de sus discípulos, 2y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre se ha sentado; desatadlo y traedlo. 3Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que enseguida lo devolverá. 4Y fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, donde se unían dos caminos, y le desataron. 5Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?6Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. 7Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. 8Y muchos tendían sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. 9Y los que iban delante y los que seguían detrás, aclamaban, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!10¡Bendito el reino de nuestro padre David, que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! 11Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y como ya anochecía, se fue a Betania con los doce. 12Y al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.13Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, vino a ver si quizá hallaría en ella algo; y cuando vino a ella, nada halló sino hojas, porque no era tiempo de higos.14Entonces Jesús respondiendo, dijo a la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti, por siempre. Y sus discípulos lo oyeron. 15Y vinieron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 16y no consentía que nadie atravesase el templo llevando vaso alguno. 17Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa, casa de oración será llamada por todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 18Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y buscaban cómo le matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina. 19Y al llegar la noche, Él salió de la ciudad.20Y en la mañana, pasando por allí, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. 21Y Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste se ha secado. 22Y respondiendo Jesús les dijo: Tened fe en Dios.23Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho. 24Por tanto os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 25Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tuviereis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en el cielo os perdone a vosotros vuestras ofensas. 26Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en el cielo os perdonará vuestras ofensas. 27Y vinieron de nuevo a Jerusalén; y andando Él por el templo, vienen a Él los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y los ancianos, 28y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio la autoridad para hacer estas cosas? 29Y Jesús, respondiendo, les dijo: Yo también os haré una pregunta; y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas: 30El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme. 31Y ellos discutían entre sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 32Y si dijéremos: De los hombres, tememos al pueblo; porque todos tenían a Juan como un verdadero profeta. 33Y ellos, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
MARCOS 12
1Y comenzó a hablarles por parábolas: Un hombre plantó una viña, y la cercó con vallado, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a labradores, y partió lejos. 2Y al tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de los labradores del fruto de su viña. 3Mas ellos tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío. 4Y volvió a enviarles otro siervo, mas ellos apedreándole, le hirieron en la cabeza, y le enviaron afrentado. 5Y volvió a enviar a otro, y a éste mataron; y a otros muchos, hiriendo a unos y matando a otros. 6Por último, teniendo aún un hijo, su amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. 7Pero aquellos labradores dijeron entre sí: Éste es el heredero, venid, matémosle, y la heredad será nuestra. 8Y prendiéndole, le mataron, y le echaron fuera de la viña. 9¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. 10¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores, ha venida a ser cabeza del ángulo: 11El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos? 12Y procuraban prenderle, porque sabían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían al pueblo, y dejándole se fueron. 13Y enviaron a Él algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le prendiesen en alguna palabra. 14Y viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios en verdad: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos? 15Pero Él, conociendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme una moneda para que la vea. 16Y ellos se la trajeron. Y les dijo: ¿De quién es esta imagen e inscripción? Y ellos le dijeron: De César. 17Y respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de Él. 18Entonces vinieron a Él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: 19Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muere, y deja esposa y no deja hijos, que su hermano tome su esposa, y levante descendencia a su hermano.20Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa; y murió sin dejar descendencia. 21Y la tomó el segundo, y murió, y tampoco él dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera. 22Y la tomaron los siete, y no dejaron descendencia; a la postre murió también la mujer. 23En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa? Porque los siete la tuvieron por esposa. 24Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque no conocéis las Escrituras, ni el poder de Dios? 25Porque cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán, ni se darán en casamiento, mas serán como los ángeles que están en el cielo.26Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? 27Él no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis. 28Y uno de los escribas que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, vino y le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? 29Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, oh Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento. 31Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. 32Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, porque hay un Dios, y no hay otro fuera de Él. 33Y el amarle con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. 34Y viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle. 35Y enseñando en el templo, respondió Jesús y dijo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies. 37Y si David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo? Y el pueblo común le oía de buena gana. 38Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con vestiduras largas, y aman las salutaciones en las plazas, 39y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; 40que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Éstos recibirán mayor condenación. 41Y estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho. 42Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, que es un cuadrante. 43Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; 44porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.
MARCOS 13
1Y saliendo Él del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.2Y Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. 3Y sentándose en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte: 4Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse? 5Y Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe;6porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. 7Y cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis; porque es necesario que así acontezca; pero aún no es el fin. 8Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en diversos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos. 9Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas seréis azotados; y delante de gobernadores y de reyes y seréis llevados por causa de mí, para testimonio contra ellos. 10Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. 11Y cuando os llevaren y entregaren, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo premeditéis; sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. 12Y el hermano entregará a muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los harán morir. 13Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. 14Mas cuando viereis la abominación desoladora, de que habló el profeta Daniel, que estará donde no debe estar el que lee, entienda, entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; 15y el que esté sobre el terrado, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa; 16Y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.17Mas ¡ay de las que estén encinta, y de las que amamanten en aquellos días! 18Orad, pues, que vuestra huida no acontezca en invierno. 19Porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni habrá. 20Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, ninguna carne sería salva; mas por causa de los elegidos que Él escogió, acortó aquellos días. 21Y entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, no le creáis; o: Mirad, allí está, no le creáis. 22Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos. 23Mas vosotros mirad, he aquí, os lo he dicho todo antes. 24Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor; 25y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. 26Y entonces verán al Hijo del Hombre, viniendo en las nubes con gran poder y gloria. 27Y entonces enviará sus ángeles, y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 28De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama enternece, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca:29Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.30De cierto os digo que no pasará esta generación, hasta que todo esto acontezca. 31El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. 32Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.33Mirad, velad y orad, porque no sabéis cuándo es el tiempo. 34Porque el Hijo del Hombre es como el hombre que partió lejos, el cual dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. 35Velad, pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa ha de venir; si a la tarde, o a la media noche, o al canto del gallo, o al amanecer; 36no sea que viniendo de repente, os halle durmiendo. 37Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.
MARCOS 14
1Y dos días después era la fiesta de la pascua, y de los panes sin levadura; y los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle por engaño y matarle. 2Y decían: No en el día de la fiesta, para que no se haga alboroto del pueblo. 3Y estando Él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado Él a la mesa, vino una mujer trayendo un frasco de alabastro de ungüento de nardo puro, de mucho precio, y quebrando el frasco de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. 4Y hubo algunos que se indignaron dentro de sí, y dijeron: ¿Por qué se ha hecho este desperdicio de ungüento? 5Porque podía esto haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella. 6Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. 7Pues siempre tenéis a los pobres con vosotros, y cuando quisiereis, les podéis hacer bien; pero a mí no siempre me tenéis.8Ésta ha hecho lo que podía; y se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. 9De cierto os digo: Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, lo que ella ha hecho, también será contado para memoria de ella. 10Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los príncipes de los sacerdotes para entregárselo. 11Y ellos, al oírlo, se regocijaron, y prometieron darle dinero. Y buscaba cómo poder entregarle. 12Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos y preparemos para que comas la pascua? 13Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, 14y donde él entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? 15Y él os mostrará un aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí. 16Y fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como Él les había dicho, y prepararon la pascua. 17Y cuando llegó la noche, vino Él con los doce. 18Y sentándose ellos a la mesa, mientras comían, Jesús dijo: De cierto os digo: Uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar.19Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno tras otro: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?20Y respondiendo Él, les dijo: Es uno de los doce, que moja conmigo en el plato. 21A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de Él; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a tal hombre nunca haber nacido. 22Y comiendo ellos, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 23Y tomando la copa, habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. 24Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo testamento, que por muchos es derramada. 25De cierto os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el reino de Dios. 26Y habiendo cantado un himno, salieron al monte de los Olivos. 27Entonces Jesús les dijo: Todos seréis escandalizados de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán dispersadas las ovejas.28Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. 29Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas yo no. 30Y Jesús le dijo: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes de que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces. 31Mas él con más vehemencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo. 32Y vinieron al lugar que se llama Getsemaní; y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. 33Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 34Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. 35Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de Él aquella hora. 36Y dijo: Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; aparta de mí esta copa; pero no sea mi voluntad, sino la tuya. 37Y vino y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? 38Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 39Y otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. 40Y al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño, y no sabían qué responderle. 41Y vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya y descansad; basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. 42Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega. 43Y en ese momento, mientras Él aún hablaba, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una gran multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas y de los ancianos. 44Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es, prendedle, y llevadle con seguridad. 45Y cuando vino, enseguida se acercó a Él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó. 46Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron. 47Y uno de los que estaban allí, sacó una espada, he hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja. 48Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como contra un ladrón habéis venido con espadas y palos para prenderme? 49Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.50Entonces todos dejándole, huyeron. 51Y cierto joven le seguía, cubierta su desnudez con una sábana; y los jóvenes le prendieron. 52Mas él, dejando la sábana, huyó de ellos desnudo. 53Y trajeron a Jesús ante el sumo sacerdote; y estaban reunidos con él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas. 54Y Pedro le siguió de lejos hasta adentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los siervos, calentándose al fuego. 55Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a muerte, mas no lo hallaban. 56Porque muchos decían falso testimonio contra Él; pero sus testimonios no concordaban. 57Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra Él, diciendo: 58Nosotros le oímos decir: Yo derribaré este templo que es hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano.59Pero ni aun así concordaba el testimonio de ellos.60Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? 61Mas Él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? 62Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder, y viniendo en las nubes del cielo. 63Entonces el sumo sacerdote rasgando su vestidura, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? 64Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos le condenaron a ser culpable de muerte. 65Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrir su rostro, y a abofetearle, diciéndole: Profetiza; y los siervos le herían a bofetadas. 66Y estando Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote; 67y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dijo: Y tú también estabas con Jesús el Nazareno. 68Pero él lo negó, diciendo: No le conozco, ni entiendo lo que dices. Y salió al portal; y cantó el gallo. 69Y la criada, viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Éste es de ellos. 70Y él lo negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí, dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos, porque eres galileo, y tu hablar es semejante. 71Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis. 72Y el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.
MARCOS 15
1Y luego por la mañana, tomando consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos y con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato. 2Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiendo Él, le dijo: Tú lo dices. 3Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho, mas Él no respondía nada. 4Y Pilato le preguntó otra vez, diciendo: ¿No respondes nada? Mira cuántas cosas testifican contra ti. 5Pero Jesús ni aun con eso respondió nada; de modo que Pilato se maravillaba. 6Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.7Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín, que habían cometido homicidio en una insurrección. 8Y la multitud, gritando, comenzó a pedir que hiciera como siempre les había hecho. 9Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? 10Porque él sabía que los príncipes de los sacerdotes por envidia le habían entregado. 11Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron a la multitud, para que les soltase más bien a Barrabás. 12Y respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos? 13Y ellos volvieron a gritar: ¡Crucifícale!14Entonces Pilato les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale! 15Y Pilato queriendo agradar al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado. 16Entonces los soldados le llevaron dentro de la sala que es llamada Pretorio; y convocaron a toda la cohorte. 17Y le vistieron de púrpura; y tejiendo una corona de espinas, la pusieron sobre su cabeza. 18Y comenzaron a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos! 19Y le herían en la cabeza con una caña, y escupían en Él, y arrodillándose le adoraban. 20Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propias vestiduras, y le sacaron para crucificarle. 21Y obligaron a uno que pasaba, Simón cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, para que le llevase su cruz. 22Y le llevaron al lugar llamado Gólgota, que interpretado es: El lugar de la Calavera.23Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas Él no lo tomó. 24Y cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestiduras echando suertes sobre ellas, para ver qué llevaría cada uno. 25Y era la hora tercera cuando le crucificaron. 26Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS. 27Y crucificaron con Él a dos ladrones, uno a su derecha, y otro a su izquierda. 28Y se cumplió la Escritura que dice: Y con los transgresores fue contado. 29Y los que pasaban le injuriaban, meneando sus cabezas y diciendo: ¡Ah! Tú que derribas el templo de Dios y en tres días lo reedificas, 30sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz. 31De esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. 32El Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con Él le injuriaban. 33Y cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.34Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? Que interpretado, es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 35Y oyéndole unos de los que estaban allí, dijeron: He aquí, llama a Elías. 36Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle. 37Mas Jesús, clamando a gran voz, entregó el espíritu. 38Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.39Y cuando el centurión que estaba delante de Él, vio que así clamando entregó el espíritu, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.40Y estaban también algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé; 41las cuales, cuando estuvo en Galilea, le habían seguido, y le servían; y muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén. 42Y cuando ya atardecía, porque era la preparación, esto es, la víspera del sábado, 43José de Arimatea, consejero honorable, que también esperaba el reino de Dios, vino, y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 44Y Pilato se maravilló de que ya hubiese muerto; y llamando al centurión, le preguntó si ya había muerto. 45Y enterado del centurión, dio el cuerpo a José, 46el cual compró una sábana, y bajándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una roca, y rodó una piedra a la puerta del sepulcro. 47Y María Magdalena, y María la madre de José, miraban dónde era puesto.
MARCOS 16
1Y cuando hubo pasado el sábado, María Magdalena, y María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para venir a ungirle. 2Y muy de mañana, el primer día de la semana, a la salida del sol, vinieron al sepulcro. 3Y decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la puerta del sepulcro? 4Y cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. 5Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. 6Y él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; he aquí el lugar en donde le pusieron. 7Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro, que Él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo. 8Y ellas se fueron aprisa, huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo. 9Mas cuando Jesús resucitó por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de la cual había echado siete demonios. 10Y ella fue y lo hizo saber a los que habían estado con Él, que estaban tristes y llorando. 11Y ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron. 12Y después de esto, apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo. 13Y ellos fueron, y lo hicieron saber a los demás; y ni aun a ellos creyeron. 14Finalmente se apareció a los once, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. 15Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.17Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18tomarán serpientes; y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán. 19Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. 20Y ellos saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con señales que les seguían. Amén.


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