JUAN 1
1En el principio era el Verbo, y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios. 2Éste era en
el principio con Dios. 3Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada
de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4En Él estaba
la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5Y la luz en
las tinieblas resplandece, mas las tinieblas no la comprendieron. 6Hubo un
hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7Éste vino por
testimonio, para que diese testimonio de la Luz, para que todos creyesen por
él. 8No era él la Luz, sino para que diese testimonio de
la Luz. 9Aquél era la Luz verdadera, que alumbra a todo
hombre que viene a este mundo. 10En el mundo
estaba, y el mundo por Él fue hecho, pero el mundo no le conoció. 11A lo suyo
vino, y los suyos no le recibieron. 12Mas a todos
los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios.13Los cuales son engendrados, no de sangre, ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14Y el Verbo
fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. 15Juan dio
testimonio de Él, y clamó diciendo: Éste es de quien yo decía: El que viene
después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16Y de su
plenitud tomamos todos, y gracia por gracia. 17Porque la ley
por Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. 18A Dios nadie
le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a
conocer. 19Y éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos
enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas, a preguntarle: ¿Tú, quién eres?20Y confesó, y
no negó; sino confesó: Yo no soy el Cristo. 21Y le
preguntaron: ¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Y dijo: No soy. ¿Eres tú el Profeta? Y
él respondió: No. 22Entonces le dijeron: ¿Quién eres? para que demos
respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23Él dijo: Yo
soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como
dijo el profeta Isaías. 24Y los que habían sido enviados eran de los
fariseos. 25Y preguntándole, le dijeron: ¿Por qué, pues,
bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta? 26Juan les
respondió, diciendo: Yo bautizo en agua, mas en medio de vosotros está uno a
quien vosotros no conocéis. 27Él es el que
viniendo después de mí, es antes de mí; del cual yo no soy digno de desatar la
correa del calzado. 28Estas cosas acontecieron en Betábara, al otro lado
del Jordán, donde Juan estaba bautizando. 29El siguiente
día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. 30Éste es Aquél
de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque
era primero que yo. 31Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado
a Israel, por eso vine yo bautizando en agua. 32Y Juan dio
testimonio, diciendo: Vi al Espíritu descender del cielo como paloma, y
permanecer sobre Él; 33y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar
en agua, Éste me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu, y que permanece
sobre Él, Éste es el que bautiza con el Espíritu Santo. 34Y yo le vi, y
he dado testimonio de que Éste es el Hijo de Dios. 35El siguiente
día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. 36Y mirando a
Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. 37Y los dos
discípulos le oyeron hablar, y siguieron a Jesús. 38Entonces
volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Y ellos le
dijeron: Rabí que se dice, si lo interpretares; Maestro, ¿dónde moras? 39Él les dijo:
Venid y ved. Vinieron y vieron dónde moraba; y se quedaron con Él aquel día,
porque era como la hora décima.40Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos
que habían oído a Juan, y le habían seguido.41Éste halló
primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías que si lo
interpretares es, el Cristo. 42Y le trajo a
Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón hijo de Jonás; tú serás llamado
Cefas que quiere decir, piedra. 43El siguiente
día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.44Y Felipe era
de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 45Felipe halló
a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a Aquél de quien escribió Moisés en la
ley, y los profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José. 46Y Natanael le
dijo: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le dijo: Ven y ve. 47Jesús viendo
que Natanael venía hacia Él, dijo de él: He aquí un verdadero israelita en
quien no hay engaño. 48Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió
Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la
higuera, te vi. 49Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo
de Dios: Tú eres el Rey de Israel.50Respondió
Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas
mayores que éstas verás. 51Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en
adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subiendo y
descendiendo sobre el Hijo del Hombre.
JUAN 2
1Y al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de
Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. 2Y fueron
también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.3Y faltando el
vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. 4Jesús le
dijo: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. 5Su madre dijo
a los siervos: Haced todo lo que Él os dijere. 6Y estaban
allí seis tinajas de piedra para agua, conforme a la purificación de los
judíos, y en cada una cabían dos o tres cántaros. 7Jesús les
dijo: Llenad de agua estas tinajas. Y las llenaron hasta arriba. 8Y les dijo:
Sacad ahora, y llevadla al maestresala. Y se la llevaron. 9Y cuando el
maestresala probó el agua hecha vino, y no sabía de dónde era mas lo sabían los
siervos que habían sacado el agua, el maestresala llamó al esposo, 10y le dijo:
Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces
el que es inferior, pero tú has guardado el buen vino hasta ahora. 11Este
principio de milagros hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y
sus discípulos creyeron en Él. 12Después de
esto descendió a Capernaúm, Él, y su madre, y sus hermanos y sus discípulos; y
estuvieron allí no muchos días. 13Y estaba
cerca la pascua de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 14Y halló en el
templo a los que vendían bueyes y ovejas y palomas, y a los cambistas
sentados. 15Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del
templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y desparramó el dinero de los
cambistas, y trastornó las mesas; 16y dijo a los
que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre
una casa de mercado. 17Entonces se acordaron sus discípulos que está
escrito: El celo de tu casa me consumió. 18Y
respondieron los judíos y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces
esto?19Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y
en tres días lo levantaré. 20Entonces
dijeron los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú lo
levantarás en tres días? 21Pero Él hablaba del templo de su cuerpo. 22Por tanto,
cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron que les había dicho
esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho. 23Y estando en
Jerusalén, en la pascua, en el día de la fiesta, muchos creyeron en su nombre,
viendo los milagros que hacía. 24Pero Jesús
mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos. 25Y no tenía
necesidad de que alguien le diese testimonio del hombre, porque Él sabía lo que
había en el hombre.
JUAN 3
1Había un hombre de los fariseos que se llamaba
Nicodemo, príncipe de los judíos. 2Éste vino a
Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios por maestro;
pues nadie puede hacer los milagros que tú haces, si no está Dios con él.3Respondió
Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo: El que no naciere otra vez, no
puede ver el reino de Dios. 4Nicodemo le
dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar por segunda vez
en el vientre de su madre, y nacer?5Respondió
Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6Lo que es
nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.7No te
maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez. 8El viento
sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene, ni a
dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.9Respondió
Nicodemo, y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10Respondió
Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11De cierto, de
cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto testificamos,
y no recibís nuestro testimonio. 12Si os he
dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las
celestiales?13Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del
cielo, el Hijo del Hombre que está en el cielo. 14Y como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre
sea levantado;15para que todo aquel que en Él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna. 16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. 17Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. 18El que en Él
cree, no es condenado, pero el que no cree, ya es condenado, porque no ha
creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19Y ésta es la
condenación; que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas. 20Porque todo
el que hace lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no
sean reprobadas. 21Pero el que obra verdad, viene a la luz, para que
sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.22Después de
estas cosas, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estuvo allí
con ellos, y bautizaba. 23Y también Juan bautizaba en Enón, junto a Salim,
porque allí había mucha agua; y venían, y eran bautizados. 24Porque Juan
no había sido aún puesto en la cárcel. 25Entonces hubo
una discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la
purificación. 26Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, el que estaba
contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, he aquí Él
bautiza, y todos vienen a Él. 27Respondió
Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada si no le es dado del cielo. 28Vosotros
mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado
delante de Él. 29El que tiene la esposa, es el esposo, mas el amigo
del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo.
Así pues, este mi gozo es cumplido. 30Es necesario
que Él crezca, y que yo mengüe. 31El que viene
de arriba, sobre todos es; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas
terrenales habla; el que viene del cielo, sobre todos es.32Y lo que ha
visto y oído, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. 33El que recibe
su testimonio certifica que Dios es veraz. 34Porque el que
Dios envió habla las palabras de Dios, pues Dios no le da el Espíritu por
medida. 35El Padre ama al Hijo y todas las cosas ha dado en
su mano. 36El que cree en el Hijo tiene vida eterna; mas el
que es incrédulo al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre
él.
JUAN 4
1Y cuando el Señor entendió que los fariseos habían
oído que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan 2aunque Jesús
no bautizaba, sino sus discípulos, 3dejó Judea, y
se fue otra vez a Galilea.4Y le era necesario pasar por Samaria. 5Vino, pues, a
una ciudad de Samaria que se llamaba Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a
su hijo José; 6y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús,
cansado del camino, se sentó así junto al pozo; y era como la hora sexta. 7Y vino una
mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber 8Pues los
discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.9Entonces la
mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides a mí de
beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no tienen tratos con los
samaritanos. 10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieses el don de
Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías a Él, y Él te
daría agua viva. 11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla,
y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12¿Eres tú mayor
que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos
y su ganado? 13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere
de esta agua volverá a tener sed, 14pero el que
bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo
le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15La mujer le
dijo: Señor, dame esa agua, para que yo no tenga sed, ni venga acá a sacarla.16Jesús le
dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.17Respondió la
mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo
marido; 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora
tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19La mujer le
dijo: Señor, me parece que tú eres profeta.20Nuestros
padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar
donde se debe adorar. 21Jesús le dijo: Mujer, créeme que la hora viene
cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros
adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación
viene de los judíos. 23Pero la hora viene, y ahora es, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; pues también
el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es
Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le
adoren. 25La mujer le dice: Sé que el Mesías ha de venir, el
que es llamado, el Cristo: Cuando Él venga nos declarará todas las cosas.26Jesús le
dijo: Yo soy, el que habla contigo. 27Y en esto
llegaron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con la mujer; pero
ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O: ¿Por qué hablas con ella? 28Entonces la
mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29Venid, ved a
un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿No será Éste el Cristo?30Entonces
salieron de la ciudad, y vinieron a Él.31Entre tanto,
los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32Pero Él les
dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33Entonces los
discípulos se decían el uno al otro: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34Jesús les
dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su
obra. 35¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para
que venga la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos,
porque ya están blancos para la siega. 36Y el que
siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna; para que el que siembra
como el que siega juntos se regocijen.37Porque en
esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38Yo os he
enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros
habéis entrado en sus labores.39Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad
creyeron en Él por la palabra de la mujer, que testificaba diciendo: Me ha
dicho todo lo que he hecho.40Entonces, cuando los samaritanos vinieron a Él, le
rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41Y creyeron
muchos más por la palabra de Él.42Y decían a la
mujer: Ahora creemos, no sólo por tu dicho, sino porque nosotros mismos le
hemos oído, y sabemos que verdaderamente Éste es el Cristo, el Salvador del
mundo. 43Y dos días después, salió de allí y se fue a
Galilea. 44Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta
no tiene honra en su propia tierra. 45Y cuando vino
a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que Él
hizo en Jerusalén en el día de la fiesta; pues también ellos habían ido a la
fiesta. 46Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde
había convertido el agua en vino. Y había en Capernaúm un oficial del rey, cuyo
hijo estaba enfermo. 47Éste, cuando oyó que Jesús venía de Judea a
Galilea, vino a Él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, porque estaba
a punto de morir. 48Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y
prodigios, no creeréis. 49El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes
que mi hijo muera.50Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó
la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51Y cuando ya
él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron las nuevas,
diciendo: Tu hijo vive. 52Entonces les preguntó a qué hora había comenzado a
mejorar. Y le dijeron: Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.53Entonces el
padre entendió que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive; y creyó
él, y toda su casa. 54Éste además es el segundo milagro que Jesús hizo,
cuando vino de Judea a Galilea.
JUAN 5
1Después de estas cosas había una fiesta de los
judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2Y hay en
Jerusalén, a la puerta de las Ovejas, un estanque, que en hebreo es llamado
Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3En éstos
yacía gran multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que esperaban el
movimiento del agua. 4Porque un ángel descendía a cierto tiempo al
estanque y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del
movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.5Y estaba allí
un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6Cuando Jesús
le vio postrado, y entendió que hacía mucho tiempo que estaba enfermo, le dijo:
¿Quieres ser sano? 7Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que
me meta en el estanque cuando el agua es agitada; pues entre tanto que yo
vengo, otro desciende antes que yo.8Jesús le
dijo: Levántate, toma tu lecho y anda. 9Y al instante
aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era sábado aquel
día 10Entonces los judíos decían a aquel que había sido
sanado: Sábado es; no te es lícito llevar tu lecho. 11Él les
respondió: El que me sanó, Él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12Entonces le
preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13Y el que
había sido sanado no sabía quién fuese; porque Jesús se había apartado de la
multitud que estaba en aquel lugar.14Después le
halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, no
sea que te venga alguna cosa peor. 15El hombre se
fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. 16Y por esta
causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas
cosas en sábado. 17Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora
trabaja, y yo trabajo. 18Por esto, más procuraban los judíos matarle, porque
no sólo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su Padre,
haciéndose igual a Dios.19Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de
cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que ve hacer
al Padre; porque todo lo que Él hace, eso también hace el Hijo igualmente.20Porque el
Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que Él hace; y mayores obras
que éstas le mostrará, de manera que vosotros os maravilléis.21Porque como
el Padre levanta a los muertos, y les da vida; así también el Hijo a los que
quiere da vida.22Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo juicio
encomendó al Hijo; 23para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. 24De cierto, de
cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. 25De cierto, de
cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del
Hijo de Dios; y los que oyeren vivirán.26Porque como
el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en
sí mismo;27y también le dio autoridad de hacer juicio, por
cuanto es el Hijo del Hombre. 28No os
maravilléis de esto; porque viene la hora cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron bien, saldrán a resurrección de
vida; y los que hicieron mal, a resurrección de condenación. 30No puedo yo
hacer nada de mí mismo; como oigo, juzgo; y mi juicio es justo; porque no busco
mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió. 31Si yo doy
testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32Otro es el
que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí es
verdadero. 33Vosotros enviasteis a preguntar a Juan, y él dio
testimonio de la verdad.34Pero yo no recibo el testimonio de hombre; pero
digo esto para que vosotros seáis salvos. 35Él era
antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo
en su luz. 36Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan;
porque las obras que el Padre me dio que cumpliese, las mismas obras que yo
hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. 37Y el Padre
mismo que me envió da testimonio de mí. Vosotros nunca habéis oído su voz, ni
habéis visto su parecer, 38y no tenéis su palabra morando en vosotros; porque
al que Él envió, a Éste vosotros no creéis. 39Escudriñad
las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna;
y ellas son las que dan testimonio de mí. 40Y no queréis
venir a mí para que tengáis vida. 41Gloria de los
hombres no recibo. 42Pero yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en
vosotros. 43Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me
recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.44¿Cómo podéis
vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la
gloria que sólo de Dios viene? 45No penséis
que yo os acusaré delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien
vosotros confiáis. 46Porque si hubieseis creído a Moisés, me creeríais a
mí; porque de mí escribió él.47Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a
mis palabras?
JUAN 6
1Después de estas cosas, Jesús se fue al otro lado
del mar de Galilea, que es de Tiberias. 2Y le seguía
gran multitud, porque veían sus milagros que hacía en los enfermos. 3Y subió Jesús
a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. 4Y estaba
cerca la pascua, la fiesta de los judíos. 5Cuando Jesús
alzó sus ojos, y vio una gran multitud que había venido a Él, dijo a Felipe:
¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? 6Pero esto
decía para probarle; pues Él sabía lo que iba a hacer. 7Felipe le
respondió: Doscientos denarios de pan no les bastarían para que cada uno de
ellos tome un poco. 8Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón
Pedro, le dijo: 9Un muchacho está aquí que tiene cinco panes de
cebada y dos pececillos; pero ¿qué es esto entre tantos?10Entonces
Jesús dijo: Haced recostar los hombres. Y había mucha hierba en aquel lugar; y
se recostaron, en número como de cinco mil varones. 11Y Jesús
tomando los panes, habiendo dado gracias, los repartió a los discípulos, y los
discípulos a los que estaban recostados; y asimismo de los peces, cuanto
querían. 12Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus
discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. 13Recogieron,
pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron
a los que habían comido.14Entonces aquellos hombres, cuando vieron el milagro
que Jesús había hecho, dijeron: Verdaderamente Éste es el Profeta que había de
venir al mundo. 15Y percibiendo Jesús que habían de venir para
tomarle por fuerza y hacerle rey, volvió a retirarse al monte Él solo. 16Y al
anochecer, descendieron sus discípulos al mar; 17y entrando en
una barca, se fueron al otro lado del mar hacia Capernaúm. Y era ya oscuro, y
Jesús no había venido a ellos. 18Y se levantó
el mar por un gran viento que soplaba. 19Y cuando
hubieron remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba
sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. 20Pero Él les
dijo: Yo soy, no temáis. 21Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca;
y en seguida la barca llegó a la tierra adonde iban. 22El día
siguiente, cuando la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había
otra barca sino aquella en la que habían entrado sus discípulos, y que Jesús no
había entrado con sus discípulos en la barca, sino que sus discípulos se habían
ido solos. 23Aunque otras barcas habían arribado de Tiberias
junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el
Señor. 24Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba
allí, ni sus discípulos, ellos también entraron en unas barcas y vinieron a
Capernaúm, buscando a Jesús. 25Y hallándole
al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26Respondió
Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo: Me buscáis, no porque visteis
los milagros, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27Trabajad, no
por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la
cual el Hijo del Hombre os dará; porque a Éste señaló Dios el Padre. 28Entonces le
dijeron: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?29Respondió
Jesús y les dijo: Ésta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha
enviado. 30Entonces le dijeron: ¿Qué señal, pues, haces tú,
para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?31Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les
dio a comer.32Entonces Jesús les dijo: De cierto, de cierto os
digo: No os dio Moisés pan del cielo; mas mi Padre os da el verdadero pan del
cielo. 33Porque el pan de Dios es aquel que descendió del
cielo y da vida al mundo. 34Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este
pan. 35Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a
mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36Mas os he
dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37Todo lo que
el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, yo no le echo fuera. 38Porque he
descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me
envió. 39Y ésta es la voluntad del Padre que me envió: Que
de todo lo que me ha dado, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día
postrero. 40Y ésta es la voluntad del que me envió: Que todo
aquel que ve al Hijo, y cree en Él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el
día postrero. 41Y murmuraban de Él los judíos, porque dijo: Yo soy
el pan que descendió del cielo. 42Y decían: ¿No
es Éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo,
pues, dice Éste: Yo he descendido del cielo?43Entonces
respondiendo Jesús, les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44Ninguno puede
venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el
día postrero. 45Escrito está en los profetas: Y serán todos
enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó y aprendió del Padre, viene a
mí.46No que alguno haya visto al Padre, sino Aquél que
vino de Dios, Éste ha visto al Padre. 47De cierto, de
cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna.48Yo soy el pan
de vida. 49Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y
murieron. 50Éste es el pan que desciende del cielo, para que el
que de él comiere, no muera. 51Yo soy el pan
vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del
mundo. 52Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo:
¿Cómo puede Éste darnos a comer su carne? 53Y Jesús les
dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre,
y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54El que come
mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día
postrero.55Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él. 57Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre,
así el que me come, él también vivirá por mí. 58Éste es el
pan que descendió del cielo: No como vuestros padres que comieron el maná, y
murieron; el que come de este pan vivirá eternamente. 59Estas cosas
dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaúm. 60Entonces
muchos de sus discípulos al oírlo, dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la
puede oír? 61Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos
murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? 62¿Pues qué, si
viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?63El Espíritu
es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he
hablado son espíritu y son vida. 64Mas hay
algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes
eran los que no creían, y quién le iba a entregar. 65Y dijo: Por
eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le es dado de mi Padre.66Desde
entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con
Él. 67Entonces Jesús dijo a los doce: ¿Queréis iros
vosotros también? 68Y Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos?
Tú tienes las palabras de vida eterna.69Y nosotros
creemos, y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 70Jesús les
respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros doce, y uno de vosotros es
diablo? 71Y hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque
éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.
JUAN 7
1Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea;
pues no quería andar en Judea porque los judíos procuraban matarle. 2Y estaba
cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos. 3Entonces sus
hermanos le dijeron: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus
discípulos vean las obras que haces.4Pues nadie
hace algo en secreto cuando procura darse a conocer. Si estas cosas haces,
manifiéstate al mundo. 5Porque ni aun sus hermanos creían en Él.6Entonces
Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha venido; mas vuestro tiempo siempre está
presto.7No puede el mundo aborreceros a vosotros, mas a mí
me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. 8Subid
vosotros a esta fiesta; yo no subo todavía a esta fiesta, porque mi tiempo aún
no se ha cumplido. 9Y habiéndoles dicho esto, se quedó en
Galilea. 10Pero cuando sus hermanos habían subido, entonces Él
también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto. 11Y le buscaban
los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está Aquél? 12Y había gran
murmuración acerca de Él entre el pueblo; porque unos decían: Es bueno; y otros
decían: No, sino que engaña al pueblo. 13Pero ninguno
hablaba abiertamente de Él, por miedo a los judíos. 14Mas a la
mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. 15Y se
maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe Éste letras, no habiendo
aprendido? 16Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía,
sino de Aquél que me envió. 17Si alguno
quiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina, si es de Dios, o si yo hablo
de mí mismo. 18El que habla de sí mismo, su propia gloria busca;
pero el que busca la gloria del que le envió, Éste es verdadero, y no hay
injusticia en Él. 19¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros
guarda la ley? ¿Por qué procuráis matarme? 20Respondió el
pueblo, y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte? 21Respondió
Jesús y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis.22Por eso
Moisés os dio la circuncisión no porque sea de Moisés, sino de los padres; y en
sábado circuncidáis al hombre. 23Si recibe el
hombre la circuncisión en sábado, para que la ley de Moisés no sea quebrantada,
¿os enojáis conmigo porque en sábado sané completamente a un hombre? 24No juzguéis
según la apariencia, mas juzgad justo juicio.25Decían
entonces unos de Jerusalén: ¿No es Éste a quien buscan para matarle? 26Mas he aquí,
habla públicamente y no le dicen nada: ¿Habrán en verdad reconocido los
príncipes que verdaderamente Éste es el Cristo? 27Pero nosotros
sabemos de dónde es Éste; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde
sea. 28Entonces Jesús, enseñando en el templo, alzó la voz
y dijo: Vosotros me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí
mismo; pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. 29Pero yo le
conozco, porque de Él procedo, y Él me envió. 30Entonces
procuraban prenderle; pero ninguno puso mano sobre Él, porque aún no había
llegado su hora. 31Y muchos del pueblo creyeron en Él, y decían: El
Cristo, cuando venga, ¿hará más milagros que los que Éste ha hecho?32Los fariseos
oyeron al pueblo que murmuraba de Él estas cosas; y los príncipes de los sacerdotes
y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.33Entonces
Jesús les dijo: Aún un poco de tiempo estoy con vosotros, y luego voy al que me
envió.34Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré,
vosotros no podréis venir. 35Entonces los
judíos dijeron entre sí: ¿A dónde se ha de ir Éste que no le hallemos? ¿Se irá
a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos? 36¿Qué palabra
es ésta que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré,
vosotros no podréis venir? 37En el último
día, el gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó su voz, diciendo: Si
alguno tiene sed, venga a mí y beba.38El que cree
en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39Esto dijo del
Espíritu Santo que habían de recibir los que creyesen en Él; porque el Espíritu
Santo aún no había sido dado; porque Jesús no había sido aún glorificado.40Entonces
muchos del pueblo, oyendo este dicho, decían: Verdaderamente Éste es el
Profeta. 41Otros decían: Éste es el Cristo. Pero algunos
decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? 42¿No dice la
Escritura que de la simiente de David, y de la aldea de Belén, de donde era
David, ha de venir el Cristo? 43Así que había
disensión entre el pueblo a causa de Él. 44Y algunos de
ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano. 45Y los
alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les
dijeron: ¿Por qué no le trajisteis? 46Los
alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este
hombre! 47Entonces los fariseos les respondieron: ¿También
vosotros habéis sido engañados? 48¿Acaso ha
creído en Él alguno de los príncipes, o de los fariseos? 49Pero esta
gente que no sabe la ley, maldita es. 50Les dijo
Nicodemo el que vino a Él de noche, el cual era uno de ellos:51¿Acaso juzga
nuestra ley a un hombre, sin antes oírle y saber lo que hace? 52Respondieron
y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se
ha levantado profeta. 53Y cada uno se fue a su casa.
JUAN 8
1Y Jesús se fue al monte de los Olivos. 2Y por la
mañana vino otra vez al templo, y todo el pueblo vino a Él; y sentándose, les
enseñaba. 3Entonces los escribas y los fariseos le trajeron a
una mujer tomada en adulterio; y poniéndola en medio, 4le dijeron: Maestro,
esta mujer ha sido tomada en el acto mismo de adulterio; 5y en la ley
Moisés nos mandó apedrear a las tales: ¿Tú, pues, qué dices? 6Mas esto
decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo,
escribía en tierra con el dedo, como si no les oyera. 7Y como
persistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin
pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella.8Y volviéndose
a inclinar hacia el suelo, escribía en tierra. 9Y oyéndolo
ellos, redargüidos por su conciencia, salieron uno a uno, comenzando desde los
más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en
medio. 10Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a
la mujer, le dijo: ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11Y ella dijo:
Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques
más. 12Y otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz
del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la
vida. 13Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio
de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. 14Jesús
respondió y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es
verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis
de dónde vengo, ni a dónde voy. 15Vosotros
juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. 16Y si yo
juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me
envió. 17También está escrito en vuestra ley que el
testimonio de dos hombres es verdadero. 18Yo soy el que
doy testimonio de mí mismo; y el Padre que me envió da testimonio de mí.19Entonces le
dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi
Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. 20Estas
palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y
nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.21Entonces
Jesús les dijo otra vez: Yo me voy, y me buscaréis, y en vuestro pecado
moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir. 22Decían
entonces los judíos: ¿Se ha de matar a sí mismo, pues dice: A donde yo voy,
vosotros no podéis venir? 23Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de
arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 24Por eso os
dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en
vuestros pecados moriréis. 25Entonces le
dijeron: ¿Tú quién eres? Y Jesús les dijo: El mismo que os he dicho desde el
principio. 26Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros;
pero el que me envió, es verdadero; y yo, lo que he oído de Él, esto hablo al
mundo. 27Mas no entendieron que les hablaba del Padre. 28Entonces
Jesús les dijo: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces
entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; sino que como mi Padre me
enseñó, así hablo estas cosas.29Y el que me envió, está conmigo; no me ha dejado
solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. 30Hablando Él
estas cosas, muchos creyeron en Él. 31Entonces dijo
Jesús a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permanecéis en mi
palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;32y conoceréis
la verdad, y la verdad os hará libres.33Le
respondieron: Simiente de Abraham somos, y jamás fuimos esclavos de nadie.
¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34Jesús les
respondió: De cierto, de cierto os digo: Todo aquel que hace pecado, esclavo es
del pecado. 35Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el
Hijo sí permanece para siempre.36Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres. 37Sé que sois simiente de Abraham, mas procuráis
matarme, porque mi palabra no tiene cabida en vosotros. 38Yo hablo lo
que he visto cerca de mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis visto cerca de
vuestro padre. 39Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es
Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham
haríais. 40Mas ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he
hablado la verdad, la cual he oído de Dios; Abraham no hizo esto. 41Vosotros
hacéis las obras de vuestro padre. Le dijeron entonces: Nosotros no somos
nacidos de fornicación; un Padre tenemos, que es Dios. 42Jesús
entonces les dijo: Si Dios fuese vuestro Padre, ciertamente me amaríais; porque
yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que Él
me envió. 43¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis
escuchar mi palabra. 44Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los
deseos de vuestro padre queréis hacer; él ha sido homicida desde el principio,
y no permaneció en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira,
de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira. 45Y porque yo
os digo la verdad, no me creéis. 46¿Quién de
vosotros me redarguye de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me
creéis? 47El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por
eso no las oís vosotros, porque no sois de Dios. 48Respondieron
entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres
samaritano, y que tienes demonio?49Respondió
Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me
deshonráis. 50Y yo no busco mi gloria, hay quien la busca, y
juzga. 51De cierto, de cierto os digo, si alguno guarda mi
palabra, jamás verá muerte. 52Entonces los
judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los
profetas; y tú dices: El que guarda mi palabra, jamás probará muerte. 53¿Eres tú
mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? También los profetas murieron.
¿Quién te haces a ti mismo?54Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi
gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica; el que vosotros decís que es
vuestro Dios. 55Y vosotros no le conocéis; pero yo le conozco; y si
dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros, pero yo le conozco, y
guardo su palabra.56Abraham vuestro padre se regocijó de ver mi día; y
lo vio, y se gozó. 57Le dijeron entonces los judíos: Aún no tienes
cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58Jesús les
dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. 59Entonces
tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se encubrió, y salió del templo
atravesando por en medio de ellos, y así pasó.
JUAN 9
1Y pasando Jesús, vio a un hombre ciego de
nacimiento. 2Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: Rabí,
¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciese ciego? 3Respondió
Jesús: No es que haya pecado éste, ni sus padres; sino para que las obras de
Dios se manifestasen en él. 4Me es
necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la
noche viene, cuando nadie puede obrar. 5Entre tanto
que estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo. 6Habiendo
dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo
los ojos del ciego, 7y le dijo: Ve, lávate en el estanque de Siloé que
interpretado significa, Enviado. Fue entonces, y se lavó, y regresó
viendo. 8Entonces los vecinos, y los que antes le habían
visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?9Unos decían:
Éste es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. 10Y le dijeron:
¿Cómo fueron abiertos tus ojos? 11Respondió él
y dijo: El hombre que se llama Jesús hizo lodo, y me untó los ojos, y me dijo:
Ve al estanque de Siloé, y lávate, y fui y me lavé, y recibí la vista. 12Entonces le
dijeron: ¿Dónde está Él? Él dijo: No sé. 13Llevaron ante
los fariseos al que había sido ciego. 14Y era sábado
cuando Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos. 15Volvieron,
pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Y él les
dijo: Puso lodo sobre mis ojos, y me lavé, y veo. 16Entonces unos
de los fariseos decían: Este hombre no es de Dios, pues no guarda el sábado.
Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales milagros? Y había
disensión entre ellos.17Vuelven a decir al ciego: ¿Tú, qué dices del que
abrió tus ojos? Él dijo: Que es profeta. 18Pero los
judíos no creían de que él había sido ciego, y que había recibido la vista,
hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19y les
preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació
ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?20Respondiendo sus padres, les dijeron: Sabemos que
éste es nuestro hijo, y que nació ciego; 21pero cómo vea
ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros no lo sabemos;
edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. 22Esto dijeron
sus padres porque tenían miedo de los judíos; porque los judíos ya habían
acordado que si alguno confesase que Él era el Cristo, debía ser expulsado de
la sinagoga. 23Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle
a él. 24Entonces volvieron a llamar al hombre que había
sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es
pecador. 25Mas él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé;
una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. 26Y le
volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 27Él les
respondió: Ya os lo he dicho antes, y no habéis oído; ¿por qué lo queréis oír
otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? 28Entonces le
injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros discípulos de Moisés
somos. 29Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés; pero
Éste, no sabemos de dónde sea.30Respondió el hombre, y les dijo: Por cierto, cosa
maravillosa es ésta, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los
ojos. 31Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si
alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a éste oye. 32Desde el
principio del mundo no fue oído que alguno abriese los ojos de uno que nació
ciego. 33Si este hombre no fuese de Dios, nada podría hacer. 34Respondieron
y le dijeron: Naciste enteramente en pecado, ¿y tú nos enseñas? Y le
expulsaron. 35Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole le
dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36Respondió él
y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en Él? 37Y Jesús le
dijo: Le has visto, y el que habla contigo, Él es. 38Y él dijo:
Creo, Señor; y le adoró. 39Y dijo Jesús: Para juicio yo he venido a este
mundo, para que los que no ven, vean; y los que ven, sean cegados. 40Entonces
algunos de los fariseos que estaban con Él, al oír esto, dijeron: ¿Acaso
nosotros también somos ciegos? 41Jesús les
dijo: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora porque decís: Vemos;
vuestro pecado permanece.
JUAN 10
1De cierto, de cierto os digo: El que no entra por
la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, el tal es
ladrón y salteador. 2Mas el que entra por la puerta, el pastor de las
ovejas es. 3A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y
a sus ovejas llama por nombre, y las conduce afuera. 4Y cuando ha
sacado sus propias ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque
conocen su voz. 5Mas al extraño no seguirán, sino que huirán de él;
porque no conocen la voz de los extraños. 6Esta parábola
les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. 7Volvió, pues,
Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.8Todos los que
antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las
ovejas. 9Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será
salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. 10El ladrón no
viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia.11Yo soy el
buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12Mas el asalariado,
y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y
deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13Así que el
asalariado huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas.14Yo soy el buen
pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. 15Como el Padre
me conoce, así también yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las
ovejas. 16También tengo otras ovejas que no son de este
redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un
pastor. 17Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida,
para volverla a tomar. 18Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí
mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este
mandamiento recibí de mi Padre. 19Y volvió a
haber disensión entre los judíos por estas palabras. 20Y muchos de
ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?21Otros decían:
Estas palabras no son de endemoniado: ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de
los ciegos? 22Y en esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta
de la dedicación, y era invierno.23Y Jesús
andaba en el templo por el pórtico de Salomón. 24Y le rodearon
los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos has de turbar el alma? Si tú eres el
Cristo, dínoslo abiertamente. 25Jesús les
respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi
Padre, ellas dan testimonio de mí;26pero vosotros
no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. 27Mis ovejas
oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; 28y yo les doy
vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29Mi Padre que
me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi
Padre. 30Yo y mi Padre uno somos.31Entonces los
judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. 32Les respondió
Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál de esas obras
me apedreáis? 33Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena
obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te
haces Dios. 34Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra
ley: Yo dije, dioses sois? 35Si llamó
dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios y la Escritura no puede ser
quebrantada, 36¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros
decís: Tú blasfemas, porque dije: Yo soy el Hijo de Dios? 37Si no hago
las obras de mi Padre, no me creáis. 38Pero si las
hago, aunque a mí no me creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis
que el Padre está en mí, y yo en Él. 39Y otra vez procuraron
prenderle; pero Él se escapó de sus manos. 40Y se fue otra
vez al otro lado del Jordán, al lugar donde primero Juan bautizaba; y se quedó
allí. 41Y muchos venían a Él, y decían: Juan, a la verdad,
ningún milagro hizo, pero todo lo que Juan dijo de Éste, era verdad. 42Y muchos
creyeron en Él allí.
JUAN 11
1Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de
Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.2María, cuyo
hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y enjugó
sus pies con sus cabellos. 3Enviaron,
pues, sus hermanas a Él, diciendo: Señor, he aquí el que amas está enfermo.4Y oyéndolo
Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios,
para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 5Y amaba Jesús
a Marta, y a su hermana, y a Lázaro. 6Cuando oyó,
pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días en el mismo lugar donde
estaba. 7Luego, después de esto, dijo a sus discípulos:
Vamos a Judea otra vez.8Sus discípulos le dijeron: Rabí, ahora procuraban
los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 9Respondió
Jesús: ¿No tiene el día doce horas? Si alguien anda de día, no tropieza, porque
ve la luz de este mundo.10Pero si alguien anda de noche, tropieza, porque no
hay luz en él. 11Estas cosas dijo Él; y después de esto les dijo:
Nuestro amigo Lázaro duerme; mas yo voy a despertarle del sueño. 12Dijeron
entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sano estará. 13Pero esto
decía Jesús de su muerte; y ellos pensaban que hablaba del reposar del
sueño. 14Y entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha
muerto; 15y me alegro por vosotros, que yo no haya estado
allí, para que creáis; mas vamos a él. 16Dijo entonces
Tomás, llamado el Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que
muramos con él. 17Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días
que él estaba en el sepulcro. 18Y Betania
estaba cerca de Jerusalén como a quince estadios. 19Y muchos de
los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su
hermano. 20Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a
encontrarle; pero María se quedó sentada en casa. 21Y Marta dijo
a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22Pero también
sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23Jesús le
dijo: Tu hermano resucitará. 24Le dijo
Marta: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.25Jesús le
dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto,
vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente. ¿Crees esto? 27Ella le dijo: Sí, Señor, yo creo que tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios que había de venir al mundo. 28Y habiendo
dicho esto, fue y llamó en secreto a María su hermana, diciendo: El Maestro
está aquí y te llama. 29Ella, oyéndolo, se levantó aprisa y vino a
Él; 30Porque Jesús aún no había llegado a la aldea, sino
que estaba en aquel lugar donde Marta le había encontrado. 31Entonces los
judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se
levantó aprisa y salió, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar
allí. 32Y cuando María llegó a donde estaba Jesús, al
verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi
hermano no habría muerto. 33Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos
que habían venido con ella, también llorando, se conmovió en espíritu y se
turbó,34y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven
y ve. 35Jesús lloró. 36Dijeron
entonces los judíos: ¡Mirad cuánto le amaba! 37Y algunos de
ellos dijeron: ¿No podía Éste, que abrió los ojos al ciego, hacer también que
éste no muriera? 38Y Jesús, conmoviéndose otra vez en sí mismo, vino
al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.39Dijo Jesús:
Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede
ya, porque es de cuatro días. 40Jesús le
dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41Entonces
quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto: Y Jesús alzando sus
ojos, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído. 42Yo sabía que
siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para
que crean que tú me has enviado.43Y habiendo
dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44Y el que
había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba
envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. 45Entonces
muchos de los judíos que habían venido a María, y habían visto lo que hizo
Jesús, creyeron en Él. 46Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les
dijeron lo que Jesús había hecho. 47Entonces los
príncipes de los sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron:
¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchos milagros.48Si le dejamos
así, todos creerán en Él; y vendrán los romanos y nos quitarán nuestro lugar y
nuestra nación. 49Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel
año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; 50ni
consideráis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda
la nación perezca. 51Y esto no lo dijo de sí mismo; sino que como era el
sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la
nación; 52y no solamente por aquella nación, sino también
para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. 53Así que,
desde aquel día consultaban juntos para matarle.54Por tanto,
Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se fue de allí a la
tierra que está junto al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí
con sus discípulos. 55Y la pascua de los judíos estaba cerca; y muchos de
aquella tierra subieron a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse. 56Y buscaban a
Jesús, y estando en el templo, se decían unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No
vendrá a la fiesta? 57Y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos
habían dado orden, que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que
le prendiesen.
JUAN 12
1Entonces Jesús, seis días antes de la pascua, vino
a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, a quien había
resucitado de los muertos. 2Y le hicieron
allí una cena; y Marta servía; y Lázaro era uno de los que estaban sentados a
la mesa con Él.3Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo
puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus
cabellos; y la casa se llenó de la fragancia del ungüento. 4Entonces dijo
uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que le había de
entregar: 5¿Por qué no fue este ungüento vendido por
trescientos denarios, y dado a los pobres?6Y dijo esto,
no porque tuviese cuidado de los pobres; sino porque era ladrón, y tenía la
bolsa, y traía lo que se echaba en ella. 7Entonces
Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.8Porque a los
pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.9Entonces
mucha gente de los judíos supieron que Él estaba allí; y vinieron no solamente
por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de
los muertos. 10Pero los príncipes de los sacerdotes consultaron
para matar también a Lázaro. 11Pues por
causa de él, muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús. 12El siguiente
día, mucha gente que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a
Jerusalén, 13tomaron ramas de palmas, y salieron a recibirle, y
aclamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el Rey de Israel, que viene en el nombre del
Señor! 14Y halló Jesús un asnillo, y se montó sobre él, como
está escrito: 15No temas hija de Sión: He aquí tu Rey viene,
sentado sobre un pollino de asna.16Estas cosas
no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue
glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de Él, y
que le habían hecho estas cosas. 17Y la gente
que estaba con Él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los
muertos, daba testimonio.18También por esta causa la gente había venido a
recibirle, porque había oído que Él había hecho este milagro. 19Pero los
fariseos dijeron entre sí: ¿Veis que nada ganáis? He aquí el mundo se va tras
Él.20Y había ciertos griegos de los que habían subido a
adorar en la fiesta. 21Éstos, pues, se acercaron a Felipe, que era de
Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, querríamos ver a
Jesús. 22Felipe vino y lo dijo a Andrés; y después Andrés y
Felipe lo dijeron a Jesús. 23Entonces
Jesús les respondió, diciendo: Ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre ha
de ser glorificado. 24De cierto, de cierto os digo, que si el grano de
trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho
fruto. 25El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece
su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26Si alguno me
sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí estará también mi servidor. Si alguno
me sirviere, mi Padre le honrará. 27Ahora está
turbada mi alma; ¿y qué diré? ¡Padre, sálvame de esta hora! Mas para esto he
venido a esta hora. 28Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz
del cielo, que decía: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. 29Y la multitud
que estaba presente, y había oído, decía que había sido un trueno. Otros
decían: Un ángel le ha hablado.30Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por
causa mía, sino por causa de vosotros. 31Ahora es el
juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32Y yo, si
fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. 33Y esto decía
indicando de qué muerte había de morir. 34La multitud
le respondió: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para
siempre: ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea
levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?35Entonces
Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto
que tenéis luz, no sea que os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en
tinieblas, no sabe a dónde va. 36Entre tanto
que tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló
Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. 37Pero a pesar
de que Él había hecho tantos milagros delante de ellos, no creían en Él; 38para que se
cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a
nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? 39Por esto no
podían creer; porque en otra ocasión dijo Isaías:40Cegó los ojos
de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, ni entiendan
con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. 41Estas cosas
dijo Isaías cuando vio su gloria, y habló acerca de Él. 42Con todo eso,
aun muchos de los príncipes creyeron en Él; mas por causa de los fariseos no lo
confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.43Porque amaban
más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. 44Jesús clamó y
dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45y el que me
ve, ve al que me envió. 46Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel
que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47Y si alguno
oye mis palabras, y no cree, yo no le juzgo; porque no vine para juzgar al
mundo, sino para salvar al mundo. 48El que me
rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he
hablado, ésta le juzgará en el día final. 49Porque yo no
he hablado de mí mismo; sino que el Padre que me envió, Él me dio mandamiento
de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50Y sé que su
mandamiento es vida eterna; así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha
dicho, así hablo.
JUAN 13
1Y antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús
que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había
amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2Y cuando
terminó la cena, el diablo habiendo ya puesto en el corazón de Judas Iscariote,
hijo de Simón, que le entregase; 3sabiendo
Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en sus manos, y que había
venido de Dios, y a Dios iba, 4se levantó de
la cena, y se quitó su túnica, y tomando una toalla, se ciñó.5Luego puso
agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a
enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. 6Entonces vino
a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?7Respondió
Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo entenderás
después. 8Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús
le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.9Le dijo Simón
Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también mis manos y mi cabeza. 10Le dijo
Jesús: El que ha sido lavado, no necesita sino que lave sus pies, porque está
todo limpio; y vosotros sois limpios, aunque no todos. 11Pues Él sabía
quién le iba a entregar, por eso dijo: No sois limpios todos. 12Así que,
después que les hubo lavado los pies, y que hubo tomado su túnica, se sentó
otra vez, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13Vosotros me
llamáis Maestro, y Señor, y decís bien, porque lo soy.14Pues si yo,
vuestro Señor y Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis
lavaros los pies los unos a los otros. 15Porque
ejemplo os he dado, para que también vosotros hagáis como yo os he hecho. 16De cierto, de
cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que
el que le envió. 17Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si
las hiciereis. 18No hablo de todos vosotros; yo conozco a los que he
escogido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó
contra mí su calcañar. 19Desde ahora os lo digo, antes que suceda, para que
cuando suceda, creáis que yo soy. 20De cierto, de
cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, a mí me recibe; y el que a mí
recibe, recibe al que me envió.21Habiendo dicho esto, Jesús se turbó en espíritu, y
testificó diciendo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a
entregar. 22Entonces los discípulos se miraban unos a otros,
dudando de quién hablaba. 23Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba,
estaba recostado en el pecho de Jesús. 24A éste, pues,
hizo señas Simón Pedro, para que le preguntase quién era aquel de quien
hablaba. 25Él entonces, recostado en el pecho de Jesús, le
dijo: Señor, ¿quién es? 26Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado,
aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote, el hijo de Simón. 27Y tras el
bocado Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo
pronto. 28Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió
por qué le dijo esto.29Porque algunos pensaban, ya que Judas traía la bolsa,
que Jesús le dijo, compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a
los pobres.30Entonces él, habiendo recibido el bocado, salió en
seguida; y era ya noche. 31Entonces, cuando él hubo salido, Jesús dijo: Ahora
es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en Él. 32Si Dios es
glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo; y en seguida le
glorificará. 33Hijitos, aún un poco estaré con vosotros. Me
buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo a vosotros ahora: A donde
yo voy, vosotros no podéis venir. 34Un
mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; que como yo os he amado,
así también os améis unos a otros. 35En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros. 36Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le
respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora, pero me seguirás
después. 37Pedro le dijo: Señor, ¿por qué no te puedo seguir
ahora? Mi vida pondré por ti. 38Jesús le
respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el
gallo, sin que me hayas negado tres veces.
JUAN 14
1No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed
también en mí. 2En la casa de mi Padre muchas mansiones hay; si así
no fuera, yo os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. 3Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra
vez, y os tomaré a mí mismo; para que donde yo estoy, vosotros también
estéis. 4Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. 5Le dijo
Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo, pues, podemos saber el
camino? 6Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la
vida; nadie viene al Padre, sino por mí.7Si me
conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le
habéis visto. 8Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos
basta.9Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con
vosotros, y aún no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto
al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre? 10¿No crees que
yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las
hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí, Él hace las obras.11Creedme que
yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas
obras.12De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí,
las obras que yo hago él también las hará; y mayores que éstas hará, porque yo
voy a mi Padre. 13Y todo lo que pidiereis en mi nombre, esto haré;
para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si algo
pidiereis en mi nombre, yo lo haré. 15Si me amáis,
guardad mis mandamientos; 16y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre; 17el Espíritu
de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce;
pero vosotros le conocéis; porque mora con vosotros, y estará en
vosotros. 18No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. 19Todavía un
poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo,
vosotros también viviréis. 20En aquel día
vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en
vosotros. 21El que tiene mis mandamientos, y los guarda, éste
es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me
manifestaré a él. 22Judas le dijo no el Iscariote: Señor, ¿cómo es que
te manifestarás a nosotros, y no al mundo? 23Respondió
Jesús y le dijo: Si alguno me ama, mis palabras guardará; y mi Padre le amará,
y vendremos a él, y haremos con él morada. 24El que no me
ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del
Padre que me envió. 25Estas cosas os he hablado estando con
vosotros. 26Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el
Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo
lo que yo os he dicho. 27La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la
da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.28Habéis oído
que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais
regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque mi Padre mayor es que
yo. 29Y ahora os lo he dicho antes que acontezca, para
que cuando acontezca, creáis. 30Ya no hablaré
mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo; y no tiene nada en
mí.31Mas para que el mundo conozca que yo amo al Padre,
y como el Padre me dio mandamiento, así hago. Levantaos, vámonos de aquí.
JUAN 15
1Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.2Todo pámpano
que en mí no lleva fruto, lo quita; y todo aquel que lleva fruto, lo limpia,
para que lleve más fruto. 3Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he
hablado. 4Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano
no puede llevar fruto de sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. 5Yo soy la
vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.6Si alguno no
permanece en mí, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y
los echan en el fuego, y arden. 7Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis todo lo que
quisiereis, y os será hecho. 8En esto es
glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis
discípulos. 9Como el Padre me ha amado, así también yo os he
amado; permaneced en mi amor. 10Si guardáis
mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; como también yo he guardado los
mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11Estas cosas
os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea
cumplido. 12Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros,
como yo os he amado.13Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su
vida por sus amigos. 14Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os
mando. 15Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe
lo que hace su señor; mas os he llamado amigos, porque os he dado a conocer
todas las cosas que he oído de mi Padre. 16No me
elegisteis vosotros a mí; sino que yo os elegí a vosotros; y os he puesto para
que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre; Él os lo dé. 17Esto os
mando: Que os améis unos a otros.18Si el mundo
os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros. 19Si fuerais
del mundo, el mundo amaría lo suyo; mas porque no sois del mundo, antes yo os
elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. 20Acordaos de
la palabra que yo os dije: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han
perseguido, también a vosotros perseguirán; si han guardado mi palabra, también
guardarán la vuestra. 21Pero todo esto os harán por causa de mi nombre;
porque no conocen al que me envió. 22Si yo no
hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no
tienen excusa de su pecado.23El que me aborrece, también a mi Padre aborrece.24Si yo no
hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado;
pero ahora también ellos las han visto, y nos han aborrecido a mí y a mi
Padre. 25Pero esto es para que se cumpla la palabra que está
escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron. 26Pero cuando
venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad que
procede del Padre, Él dará testimonio de mí. 27Y vosotros
también daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio.
JUAN 16
1Estas cosas os he hablado para que no os
escandalicéis. 2Os echarán de las sinagogas; y aun viene la hora
cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. 3Y esto os
harán, porque no han conocido al Padre, ni a mí. 4Pero os he
dicho esto, para que cuando llegue la hora, os acordéis que yo os lo había
dicho; pero esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con
vosotros. 5Mas ahora voy al que me envió; y ninguno de
vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? 6Antes, porque
os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón.7Pero yo os
digo la verdad: Os es necesario que yo me vaya; porque si no me fuera, el
Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os le enviaré.8Y cuando Él
venga, redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio. 9De pecado,
por cuanto no creen en mí; 10y de
justicia, por cuanto voy a mi Padre y no me veréis más; 11y de juicio,
por cuanto el príncipe de este mundo ya es juzgado. 12Aún tengo
muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar. 13Pero cuando
el Espíritu de verdad venga, Él os guiará a toda verdad; porque no hablará de
sí mismo, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber las cosas que han
de venir. 14Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo
hará saber. 15Todo lo que tiene el Padre, es mío; por eso dije
que tomará de lo mío, y os lo hará saber. 16Un poco más,
y no me veréis; y otra vez un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre. 17Entonces
algunos de sus discípulos dijeron entre ellos: ¿Qué es esto que nos dice: Un
poco, y no me veréis; y otra vez, un poco, y me veréis, y: Porque yo voy al
Padre? 18Así que decían: ¿Qué es esto que dice: Un poco? No
entendemos lo que habla. 19Y Jesús sabía que le querían preguntar, y les dijo:
¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije: Un poco, y no me veréis; y otra
vez, un poco, y me veréis? 20De cierto, de
cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará;
pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en
gozo. 21La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha
venido su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la
angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. 22Así vosotros
ahora ciertamente tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro
corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. 23En aquel día
no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto
pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. 24Hasta ahora
nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea
cumplido. 25Estas cosas os he hablado en parábolas; pero la
hora viene cuando ya no os hablaré en parábolas, sino que claramente os
anunciaré del Padre. 26Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que
yo rogaré al Padre por vosotros; 27pues el Padre
mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de
Dios. 28Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo
al mundo y voy al Padre. 29Sus discípulos le dijeron: He aquí ahora hablas
claramente, y ninguna parábola dices. 30Ahora
entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por
esto creemos que has venido de Dios.31Jesús les
respondió: ¿Ahora creéis? 32He aquí la hora viene, y ya ha venido, en que
seréis dispersados cada uno a los suyos, y me dejaréis solo; mas no estoy solo,
porque el Padre está conmigo. 33Estas cosas
os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo.
JUAN 17
1Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al
cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo
también te glorifique a ti. 2Como le has
dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le
diste. 3Y ésta es la vida eterna: Que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado. 4Yo te he
glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5Y ahora, oh
Padre, glorifícame tú contigo mismo, con la gloria que tuve contigo antes que
el mundo fuese. 6He manifestado tu nombre a los hombres que del
mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. 7Ahora han
conocido que todas las cosas que me has dado, son de ti; 8porque las
palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y en verdad han
conocido que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9Yo ruego por
ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos
son. 10Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y yo soy
glorificado en ellos. 11Y ya no estoy en el mundo; pero éstos están en el
mundo, y yo a ti vengo. Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu
nombre, para que sean uno, así como nosotros. 12Cuando estaba
con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste yo los
guardé; y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la
Escritura se cumpliese. 13Y ahora vengo a ti, y hablo estas cosas en el
mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.14Yo les he
dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como
tampoco yo soy del mundo. 15No ruego que los quites del mundo, sino que los
guardes del mal. 16No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.17Santifícalos
en tu verdad: Tu palabra es verdad.18Como tú me
enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19Y por ellos
yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la
verdad. 20Y no ruego solamente por éstos, sino también por
los que han de creer en mí por la palabra de ellos. 21Para que
todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean
uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.22Y la gloria
que me diste, yo les he dado; para que sean uno, como nosotros somos uno. 23Yo en ellos, y
tú en mí, para que sean perfeccionados en uno; y para que el mundo conozca que
tú me enviaste, y que los has amado como también a mí me has amado.24Padre,
aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén
conmigo; para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde
antes de la fundación del mundo.25Padre justo,
el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú
me enviaste. 26Y yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a
conocer aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en
ellos.
JUAN 18
1Cuando Jesús hubo dicho estas palabras, salió con
sus discípulos al otro lado del arroyo de Cedrón, donde había un huerto, en el
cual Él entró, y sus discípulos. 2Y también
Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar; porque Jesús muchas veces se
había reunido allí con sus discípulos. 3Entonces
Judas, tomando una compañía y alguaciles de los principales sacerdotes y de los
fariseos, vino allí con linternas y antorchas, y con armas. 4Pero Jesús,
sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre Él, salió y les dijo: ¿A
quién buscáis? 5Le respondieron: A Jesús de Nazaret. Jesús les
dijo: Yo soy. Y Judas, el que le entregaba, también estaba con ellos. 6Y cuando Él
les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra. 7Entonces les
volvió a preguntar: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús de Nazaret.8Respondió
Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos; 9para que se
cumpliese la palabra que había dicho: De los que me diste, no perdí
ninguno. 10Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la
sacó, e hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el
siervo se llamaba Malco. 11Entonces Jesús dijo a Pedro: Mete tu espada en la
vaina; la copa que mi Padre me ha dado, ¿no la he de beber? 12Entonces la
compañía y el tribuno y alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús, y le
ataron. 13y le llevaron primero a Anás, porque era suegro de
Caifás, que era el sumo sacerdote aquel año. 14Y Caifás era
el que había dado el consejo a los judíos, de que convenía que un hombre
muriese por el pueblo. 15Y Simón Pedro seguía a Jesús, y también otro
discípulo; y aquel discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús
al patio del sumo sacerdote. 16Mas Pedro
estaba fuera, a la puerta. Entonces salió aquel discípulo que era conocido del
sumo sacerdote, y habló a la criada que guardaba la puerta, y metió dentro a
Pedro. 17Entonces la criada que guardaba la puerta, dijo a
Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Él dijo: No
soy. 18Y los siervos y los alguaciles que habían encendido
unas brasas, porque hacía frío, estaban de pie y se calentaban; y Pedro también
estaba con ellos de pie, calentándose. 19Y el sumo
sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.20Jesús le
respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he enseñado en la
sinagoga y en el templo, donde siempre se reúnen los judíos, y nada he hablado
en oculto. 21¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me
han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he
dicho. 22Y cuando Él hubo dicho esto, uno de los alguaciles
que estaba allí, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo
sacerdote? 23Le respondió Jesús: Si he hablado mal, da
testimonio del mal; y si bien, ¿por qué me hieres? 24Entonces Anás
le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote. 25Y estaba
Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú también uno de sus
discípulos? Él negó, y dijo: No soy.26Uno de los
siervos del sumo sacerdote, pariente de aquél a quien Pedro había cortado la
oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con Él? 27Y Pedro negó
otra vez; y en seguida cantó el gallo. 28Y llevaron a
Jesús de Caifás al pretorio; y era de mañana; y ellos no entraron al pretorio
para no ser contaminados, y así poder comer la pascua. 29Entonces
Pilato salió a ellos, y dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? 30Respondieron
y le dijeron: Si Éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado.31Entonces
Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos
le dijeron: A nosotros no nos es lícito dar muerte a nadie; 32para que se
cumpliese la palabra de Jesús, que había dicho, indicando de qué muerte había de
morir. 33Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio, y llamó
a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? 34Jesús le
respondió: ¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? 35Pilato
respondió: ¿Soy yo judío? Tu nación misma, y los principales sacerdotes, te han
entregado a mí. ¿Qué has hecho?36Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si
mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera
entregado a los judíos; pero ahora mi reino no es de aquí. 37Pilato entonces
le dijo: ¿Acaso, eres tú rey? Jesús respondió: Tú dices que yo soy rey. Yo para
esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la
verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. 38Pilato le
dijo: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos,
y les dijo: Ninguna falta hallo en Él. 39Pero vosotros
tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua: ¿Queréis, pues, que os
suelte al Rey de los judíos? 40Entonces
todos dieron voces otra vez, diciendo: No a Éste, sino a Barrabás. Y Barrabás
era ladrón.
JUAN 19
1Así que, entonces tomó Pilato a Jesús y le azotó.2Y los
soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y
le vistieron de una ropa de púrpura; 3y decían:
¡Salve, Rey de los judíos¡ Y le daban de bofetadas. 4Entonces
Pilato salió otra vez, y les dijo: He aquí, os lo traigo fuera, para que
entendáis que ninguna falta hallo en Él. 5Entonces
salió Jesús, llevando la corona de espinas y la ropa de púrpura. Y Pilato les
dijo: ¡He aquí el hombre! 6Y cuando le vieron los príncipes de los sacerdotes
y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! Pilato les
dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo falta en Él. 7Los judíos
respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque
se hizo a sí mismo el Hijo de Dios. 8Y cuando
Pilato oyó estas palabras, tuvo más miedo. 9Y entró otra
vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le dio
respuesta. 10Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No
sabes que tengo potestad para crucificarte, y que tengo potestad para soltarte?11Respondió
Jesús: Ninguna potestad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por
tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.12Desde
entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a
Éste sueltas, no eres amigo de César; cualquiera que se hace rey, se declara
contra César. 13Entonces Pilato oyendo este dicho, llevó fuera a
Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar que es llamado el Enlosado, y en
hebreo, Gabata. 14Y era la preparación de la pascua, y como la hora
sexta. Entonces dijo a los judíos: He aquí vuestro Rey. 15Pero ellos
dieron voces: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de
crucificar? Los principales sacerdotes respondieron: No tenemos rey sino a
César. 16Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese
crucificado. Y tomaron a Jesús, y le llevaron. 17Y Él,
cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota;18donde le
crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. 19Y escribió
también Pilato un título, que puso sobre la cruz. Y el escrito era: JESÚS DE
NAZARET, EL REY DE LOS JUDÍOS.20Y muchos de los judíos leyeron este título, porque
el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y estaba
escrito en hebreo, y en griego, y en latín. 21Y los principales
sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: No escribas: El Rey de los judíos;
sino que Él dijo: Yo soy Rey de los judíos. 22Pilato
respondió: Lo que he escrito, he escrito. 23Y cuando los
soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestiduras e hicieron cuatro
partes, para cada soldado una parte; y también su túnica, y la túnica era sin
costura, toda tejida desde arriba. 24Entonces
dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de
quién será; para que se cumpliese la Escritura que dice: Repartieron entre sí
mis vestiduras, y sobre mi ropa echaron suertes. Esto, pues, hicieron los
soldados. 25Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la
hermana de su madre, María esposa de Cleofas, y María Magdalena. 26Y cuando
Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente,
dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27Después dijo
al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en
su casa. 28Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba
consumado, para que la Escritura se cumpliese, dijo: Tengo sed. 29Y estaba allí
una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y
puesta sobre un hisopo, se la acercaron a la boca. 30Y cuando
Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza,
entregó el espíritu. 31Entonces los judíos, por cuanto era el día de la
preparación, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el sábado porque
era gran día aquel sábado, rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y
fuesen quitados. 32Y vinieron los soldados y quebraron las piernas al
primero, y al otro que había sido crucificado con Él. 33Pero cuando
llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. 34Pero uno de los
soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y
agua. 35Y el que lo vio, da testimonio, y su testimonio es
verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. 36Porque estas
cosas fueron hechas para que se cumpliese la Escritura: Hueso suyo no será
quebrado. 37Y también otra Escritura dice: Mirarán a Aquél a
quien traspasaron. 38Y después de estas cosas, José de Arimatea, el cual
era discípulo de Jesús, aunque secreto por miedo a los judíos, rogó a Pilato
que le dejase quitar el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo permitió. Entonces
vino, y quitó el cuerpo de Jesús.39Y vino
también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, trayendo un
compuesto de mirra y de áloe, como cien libras. 40Y tomaron el
cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias, como es costumbre de
los judíos sepultar.41Y en el lugar donde había sido crucificado había un
huerto; y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto
ninguno. 42Allí, pues, pusieron a Jesús, por causa del día de
la preparación de los judíos, porque aquel sepulcro estaba cerca.
JUAN 20
1Y el primer día de la semana, de mañana, siendo aún
oscuro, María Magdalena vino al sepulcro, y vio quitada la piedra del
sepulcro. 2Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro
discípulo, a quien amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al
Señor, y no sabemos dónde le han puesto. 3Pedro
entonces salió, y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. 4Y corrían los
dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero
al sepulcro. 5Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí;
mas no entró. 6Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el
sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, 7y el sudario
que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto en
un lugar aparte. 8Entonces entró también el otro discípulo, que había
llegado primero al sepulcro, y vio, y creyó. 9Porque aún no
habían entendido la Escritura, que era necesario que Él resucitase de los
muertos. 10Entonces los discípulos se volvieron a sus
casas. 11Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro;
y llorando se inclinó y miró dentro del sepulcro; 12y vio dos
ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro
a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 13Y le dijeron:
Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no
sé dónde le han puesto. 14Y habiendo dicho esto, volteó hacia atrás, y vio a
Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. 15Jesús le
dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el
hortelano, le dijo: Señor, si tú le has llevado, dime dónde le has puesto, y yo
lo llevaré. 16Jesús le dijo: María. Volviéndose ella, le dijo:
¡Raboni! que quiere decir, Maestro. 17Jesús le
dijo: No me toques; porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos,
y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 18Vino María
Magdalena dando las nuevas a los discípulos de que había visto al Señor, y que
Él le había dicho estas cosas. 19Y el mismo
día al anochecer, siendo el primero de la semana, estando las puertas cerradas
en donde los discípulos estaban reunidos por miedo a los judíos, vino Jesús, y
poniéndose en medio, les dijo: Paz a vosotros. 20Y habiendo
dicho esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se
regocijaron viendo al Señor. 21Entonces
Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros: Como me envió el Padre, así también yo
os envío. 22Y habiendo dicho esto, sopló en ellos, y les dijo:
Recibid el Espíritu Santo. 23A quienes
remitiereis los pecados, les son remitidos; a quienes se los retuviereis, les
son retenidos. 24Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no
estaba con ellos cuando Jesús vino. 25Le dijeron,
pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Y él les dijo: Si no viere en
sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos,
y metiere mi mano en su costado, no creeré. 26Y ocho días
después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Entonces
vino Jesús, estando las puertas cerradas, y poniéndose en medio, dijo: Paz a
vosotros. 27Entonces dijo a Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis
manos; y da acá tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente. 28Y Tomás respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios
mío!29Jesús le dijo: Tomás, porque me has visto, creíste;
bienaventurados los que no vieron, y creyeron. 30Y ciertamente
muchas otras señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, las cuales no
están escritas en este libro. 31Pero éstas se
han escrito, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para
que creyendo, tengáis vida en su nombre.
JUAN 21
1Después de estas cosas Jesús se manifestó otra vez
a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera. 2Estaban
juntos Simón Pedro, y Tomás llamado el Dídimo, y Natanael, de Caná de Galilea,
y los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. 3Simón Pedro
les dijo: A pescar voy: Ellos le dijeron: Nosotros también vamos contigo.
Fueron, y luego entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. 4Y al
amanecer, Jesús se puso a la ribera; mas los discípulos no sabían que era
Jesús.5Entonces Jesús les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de
comer? Le respondieron: No. 6Y Él les
dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron,
y ya no la podían sacar por la multitud de peces. 7Entonces
aquel discípulo, a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Y cuando
Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó su ropa porque estaba desnudo, y se
echó al mar. 8Y los otros discípulos vinieron en una barca porque
no estaban lejos de tierra, sino como a doscientos codos, trayendo la red con
los peces. 9Y cuando llegaron a tierra, vieron brasas puestas,
y un pez sobre ellas, y pan. 10Jesús les
dijo: Traed de los peces que pescasteis ahora. 11Simón Pedro
subió, y trajo la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y
tres; y siendo tantos, la red no se rompió. 12Jesús les dijo:
Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: ¿Tú, quién eres?
Sabiendo que era el Señor. 13Entonces vino
Jesús, y tomó el pan y les dio; y asimismo del pez. 14Ésta era ya
la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber
resucitado de los muertos. 15Y cuando
hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más
que éstos? Le respondió: Sí Señor, tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta
mis corderos. 16Vuelve a decirle la segunda vez: Simón, hijo de
Jonás, ¿me amas? Le responde: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo:
Apacienta mis ovejas. 17Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me
amas? Pedro, entristecido de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Le dijo:
Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta
mis ovejas. 18De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más
joven, te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás
tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. 19Esto dijo,
dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, le
dijo: Sígueme. 20Entonces Pedro, volviéndose, ve a aquel discípulo
al cual Jesús amaba, que los seguía, el que también se había recostado en su
pecho en la cena, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te va a
entregar? 21Cuando Pedro lo vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y éste
qué? 22Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo
venga, ¿qué a ti? Tú sígueme.23Salió entonces este dicho entre los hermanos, que
aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo: No morirá; sino: Si quiero
que él quede hasta que yo venga ¿qué a ti? 24Éste es el
discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos
que su testimonio es verdadero. 25Y hay también
muchas otras cosas que Jesús hizo, las cuales si se escribiesen una por una,
pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir.
Amén.
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