HEBREOS 1
1Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,2en estos
postreros días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todo,
por quien asimismo hizo el universo; 3el cual,
siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien
sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo hecho la
expiación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la
Majestad en las alturas, 4hecho tanto más superior que los ángeles, cuanto
heredó más excelente nombre que ellos. 5Porque ¿a
cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy,
y otra vez: Yo seré a Él Padre, y Él me será a mí Hijo? 6Y otra vez,
cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Y adórenle todos los ángeles
de Dios. 7Y ciertamente de los ángeles dice: El que hace a
sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego. 8Mas al Hijo
dice: Tu trono, oh Dios, por siempre jamás: Cetro de equidad es el cetro de tu
reino. 9Has amado la justicia, y aborrecido la maldad; Por
tanto Dios, el Dios tuyo, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus
compañeros. 10Y: Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra, y
los cielos son obra de tus manos: 11Ellos
perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una
vestidura; 12y como un manto los envolverás, y serán mudados;
pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán. 13Y, ¿a cuál de
los ángeles dijo jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos
por estrado de tus pies? 14¿No son todos espíritus ministradores, enviados
para servicio a favor de los que serán herederos de salvación?
HEBREOS 2
1Por tanto, es necesario que con más diligencia
atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2Porque si la
palabra dicha por los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia
recibió justa retribución, 3¿cómo
escaparemos nosotros, si tuviéremos en poco una salvación tan grande? La cual,
habiendo sido publicada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los
que le oyeron; 4testificando Dios juntamente con ellos, con señales
y prodigios y diversos milagros, y dones del Espíritu Santo según su
voluntad. 5Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero,
del cual hablamos; 6pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo:
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que
le visites? 7Le hiciste un poco menor que los ángeles, le
coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus
manos. 8Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto
le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a Él; mas aún no vemos
que todas las cosas le sean sujetas. 9Pero vemos a
Jesús coronado de gloria y de honra, el cual fue hecho un poco menor que los
ángeles, por el padecimiento de su muerte, para que por la gracia de Dios
gustase la muerte por todos.10Porque le era preciso a Aquél por cuya causa son
todas las cosas y por quien todas las cosas subsisten, habiendo de llevar a la
gloria a muchos hijos, perfeccionar por aflicciones al autor de la salvación de
ellos. 11Porque el que santifica y los que son santificados,
de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, 12diciendo:
Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la iglesia te alabaré. 13Y otra vez:
Yo en Él pondré mi confianza. Y otra vez: He aquí, yo y los hijos que Dios me
dio. 14Así que, por cuanto los hijos participaron de carne
y sangre, Él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15y librar a
los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16Porque
ciertamente no tomó para sí la naturaleza de los ángeles, sino que tomó la de
la simiente de Abraham. 17Por cuanto le era preciso ser en todo semejante a
sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel Sumo Sacerdote en lo que a
Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18Porque en
cuanto Él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son
tentados.
HEBREOS 3
1Por tanto, hermanos santos, participantes del
llamamiento celestial, considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra
profesión, Cristo Jesús; 2el cual fue fiel al que le constituyó, como también
lo fue Moisés sobre toda su casa. 3Porque de
tanto mayor gloria que Moisés Éste es estimado digno, cuanto tiene mayor
dignidad que la casa el que la edificó.4Porque toda
casa es edificada por alguno; mas el que creó todas las cosas es Dios. 5Y Moisés a la
verdad fue fiel sobre toda su casa, como siervo, para testimonio de lo que
después se había de decir;6pero Cristo, como hijo sobre su casa; la cual casa
somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y la gloria de la
esperanza. 7Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si
oyereis hoy su voz,8no endurezcáis vuestros corazones, como en la
provocación, en el día de la tentación en el desierto,9donde me
tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. 10A causa de lo
cual me disgusté con aquella generación, y dije: Siempre divagan ellos de
corazón, y no han conocido mis caminos. 11Así que, juré
yo en mi ira: No entrarán en mi reposo. 12Mirad,
hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para
apartarse del Dios vivo; 13antes exhortaos los unos a los otros cada día,
entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el
engaño del pecado. 14Porque somos hechos participantes de Cristo, si
retenemos firme hasta el fin el principio de nuestra confianza; 15entre tanto
que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en
la provocación. 16Porque algunos de los que habían salido de Egipto
con Moisés, habiendo oído, provocaron, aunque no todos.17Mas ¿con
quiénes estuvo enojado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos
cuerpos cayeron en el desierto? 18¿Y a quiénes
juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que no creyeron? 19Y vemos que
no pudieron entrar a causa de incredulidad.
HEBREOS 4
1Temamos, pues, que quedando aún la promesa de
entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2Porque
también a nosotros se nos ha predicado el evangelio como a ellos; pero no les
aprovechó la palabra predicada a los que la oyeron al no mezclarla con
fe. 3Pero nosotros que hemos creído entramos en el
reposo, de la manera que Él dijo: Por tanto juré en mi ira: No entrarán en mi
reposo; aunque sus obras fueron acabadas desde el principio del mundo. 4Porque en
cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el
séptimo día. 5Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. 6Así que,
puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero fue
predicado no entraron por causa de incredulidad,7otra vez
determina un cierto día, diciendo por medio de David: Hoy, después de tanto
tiempo; como está dicho: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros
corazones. 8Porque si Jesús les hubiera dado el reposo, no
hablaría después de otro día. 9Por tanto,
queda un reposo para el pueblo de Dios. 10Porque el que
ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las
suyas. 11Procuremos, pues, entrar en aquel reposo; que
ninguno caiga en semejante ejemplo de incredulidad. 12Porque la
palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos
filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, y las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 13Y no hay cosa
creada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están
desnudas y abiertas a los ojos de Aquél a quien tenemos que dar cuenta. 14Por tanto,
teniendo un gran Sumo Sacerdote, que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de
Dios, retengamos nuestra profesión. 15Porque no
tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas; sino
uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro.
HEBREOS 5
1Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los
hombres, es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere,
para que presente también ofrendas y sacrificios por los pecados; 2que pueda
compadecerse de los ignorantes y extraviados, puesto que él también está
rodeado de flaqueza; 3y por causa de ella debe ofrecer por los pecados,
tanto por el pueblo, como también por sí mismo. 4Y nadie toma
para sí esta honra, sino el que es llamado de Dios, como lo fue Aarón. 5Así también
Cristo no se glorificó a sí mismo haciéndose Sumo Sacerdote, sino el que le
dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy; 6como también
dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de
Melquisedec. 7El cual en los días de su carne, habiendo ofrecido
ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la
muerte, fue oído por su temor reverente. 8Y aunque era
Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; 9y habiendo
sido hecho perfecto, vino a ser autor de eterna salvación a todos los que le
obedecen; 10y fue llamado de Dios Sumo Sacerdote según el orden
de Melquisedec. 11Del cual tenemos mucho que decir, y difícil de
describir, por cuanto sois tardos para oír.12Porque
debiendo ser ya maestros, por causa del tiempo, tenéis necesidad de que se os
vuelva enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y
habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento
sólido. 13Y todo el que participa de la leche es inhábil en
la palabra de la justicia, porque es niño; 14mas el
alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso
tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y el mal.
HEBREOS 6
1Por tanto, dejando los rudimentos de la doctrina de
Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del
arrepentimiento de obras muertas, y de la fe en Dios, 2de la
doctrina de bautismos, y de la imposición de manos, y de la resurrección de los
muertos, y del juicio eterno. 3Y esto
haremos a la verdad, si Dios lo permite.4Porque es
imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron el don celestial, y
fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5y asimismo
gustaron la buena palabra de Dios, y los poderes del mundo venidero, 6y recayeron,
sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí
mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.7Porque la
tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba
provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios;8pero la que
produce espinos y abrojos es reprobada, y cercana a ser maldecida; y su fin es
el ser quemada.9Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos
persuadidos de cosas mejores y que acompañan la salvación, aunque hablamos
así. 10Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra
y el trabajo de amor que habéis mostrado a su nombre, habiendo ministrado a los
santos y ministrándoles aún. 11Y deseamos
que cada uno de vosotros muestre la misma diligencia hasta el fin, para la
plena certeza de la esperanza: 12Que no os
hagáis perezosos, sino que sigáis el ejemplo de aquellos que por la fe y la
paciencia heredan las promesas. 13Porque cuando
Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí
mismo, 14diciendo: Ciertamente bendiciendo te bendeciré, y
multiplicando te multiplicaré. 15Y así,
esperando con paciencia, alcanzó la promesa. 16Porque los
hombres ciertamente juran por el que es mayor; y el juramento para confirmación
es para ellos el fin de toda controversia. 17Por lo cual,
queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la
inmutabilidad de su consejo, lo confirmó con juramento; 18para que por
dos cosas inmutables, en las cuales, es imposible que Dios mienta, tengamos un
fortísimo consuelo, los que nos hemos refugiado asiéndonos de la esperanza
puesta delante de nosotros. 19La cual
tenemos como ancla del alma, segura y firme, y que penetra hasta dentro del
velo;20donde entró por nosotros Jesús, nuestro precursor,
hecho Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
HEBREOS 7
1Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote
del Dios Altísimo, el cual salió a recibir a Abraham que volvía de la matanza
de los reyes, y le bendijo, 2a quien
asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente
Rey de justicia, y luego también Rey de Salem, que es, Rey de paz;3sin padre,
sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino
hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.4Considerad,
pues, cuán grande era Éste, a quien aun Abraham el patriarca dio el diezmo de
los despojos.5Y ciertamente los que de entre los hijos de Leví
reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según
la ley, es decir, de sus hermanos aunque también éstos hayan salido de los
lomos de Abraham. 6Mas Aquél cuya genealogía no es contada entre ellos,
tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7Y sin
contradicción alguna, el menor es bendecido por el mayor. 8Y aquí
ciertamente los hombres mortales toman los diezmos; pero allí, uno de quien se
da testimonio de que vive. 9Y por decirlo
así, también Leví, que recibe los diezmos, pagó diezmos en Abraham; 10porque aún
estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.11Así que, si
la perfección fuera por el sacerdocio levítico porque bajo él recibió el pueblo
la ley ¿qué necesidad había aún de que se levantase otro sacerdote según el
orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 12Pues mudado
el sacerdocio, necesario es que se haga también mudanza de la ley; 13porque Aquél
de quien se dicen estas cosas, de otra tribu es, de la cual nadie atendió al
altar. 14Porque manifiesto es que nuestro Señor nació de
Judá, de cuya tribu nada habló Moisés tocante al sacerdocio. 15Y aun es
mucho más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote
diferente; 16el cual no es hecho conforme a la ley del
mandamiento carnal, sino según el poder de una vida que no tiene fin. 17Porque Él
testifica: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. 18Porque
ciertamente el mandamiento precedente es abrogado por su debilidad e
ineficacia. 19Porque la ley nada perfeccionó; mas lo hizo la
introducción de mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. 20Y tanto más
en cuanto no sin juramento fue hecho Él sacerdote; 21porque los
otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero Éste, con
juramento por Aquél que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres
sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. 22Por tanto,
Jesús es hecho fiador de un mejor testamento. 23Y los otros
ciertamente fueron muchos sacerdotes, ya que por causa de la muerte no podían
permanecer; 24mas Éste, por cuanto permanece para siempre, tiene
un sacerdocio inmutable; 25por lo cual puede también salvar perpetuamente a
los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por
ellos. 26Porque tal Sumo Sacerdote nos convenía; santo,
inocente, limpio, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los
cielos; 27que no tuviese necesidad cada día, como los otros
sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y
luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una sola vez, ofreciéndose a sí
mismo. 28Porque la ley constituye sumos sacerdotes a hombres
débiles; mas la palabra del juramento, posterior a la ley, constituye al Hijo,
quien es perfecto para siempre.
HEBREOS 8
1Así que, la suma de lo que hemos dicho es: Tenemos
tal Sumo Sacerdote el cual está sentado a la diestra del trono de la Majestad
en los cielos;2ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo
que el Señor levantó, y no el hombre. 3Porque todo
sumo sacerdote es constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo
cual es necesario que también Éste tenga algo que ofrecer. 4Porque si Él
estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes
que presentan ofrendas según la ley; 5los cuales
sirven de ejemplo y sombra de las cosas celestiales, como fue advertido por
Dios a Moisés cuando estaba por comenzar el tabernáculo: Mira, dice, haz todas
las cosas conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte. 6Mas ahora
tanto mejor ministerio es el suyo, por cuanto Él es el mediador de un mejor
testamento, que ha sido establecido sobre mejores promesas. 7Porque si
aquel primer pacto hubiera sido sin falta, no se hubiera procurado lugar para
el segundo. 8Porque hallando falta en ellos, dice: He aquí
vienen días, dice el Señor, cuando estableceré con la casa de Israel y con la
casa de Judá un nuevo pacto; 9No como el
pacto que hice con sus padres el día que los tomé por la mano para sacarlos de
la tierra de Egipto: Porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo los
desatendí, dice el Señor. 10Porque éste es el pacto que haré con la casa de
Israel, después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus mentes,
y sobre sus corazones las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán
a mí por pueblo: 11Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su
hermano, diciendo: Conoce al Señor: Porque todos me conocerán, desde el menor
de ellos hasta el mayor. 12Porque seré propicio a sus injusticias, y de sus
pecados y de sus iniquidades no me acordaré más. 13Y al decir:
Nuevo pacto, da por viejo al primero; y lo que es dado por viejo y se envejece,
cerca está a desvanecerse.
HEBREOS 9
1Ahora bien, el primer pacto tenía en verdad
ordenanzas de servicio a Dios y un santuario terrenal.2Porque el
tabernáculo fue edificado así; la primera parte, en donde estaba el candelero,
y la mesa, y los panes de la proposición; el cual es llamado el
Santuario. 3Y tras el segundo velo estaba la parte del
tabernáculo que es llamado el Lugar Santísimo; 4el cual tenía
el incensario de oro, y el arca del pacto cubierta de todas partes alrededor de
oro; en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón
que reverdeció, y las tablas del pacto; 5y sobre ella
los querubines de gloria que cubrían con su sombra el propiciatorio; cosas de
las cuales no podemos ahora hablar en particular. 6Y cuando
estas cosas fueron así ordenadas, los sacerdotes siempre entraban en la primera
parte del tabernáculo para hacer los oficios del servicio a Dios; 7pero en la
segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual
ofrecía por sí mismo, y por los pecados de ignorancia del pueblo. 8Dando en esto
a entender el Espíritu Santo, que aún no estaba descubierto el camino al lugar
santísimo, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie. 9Lo cual era
figura de aquel tiempo presente, en el cual se presentaban ofrendas y
sacrificios que no podían hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que
servía con ellos; 10ya que consistía sólo en comidas y bebidas, y en
diversos lavamientos y ordenanzas acerca de la carne, que les fueron impuestas
hasta el tiempo de la restauración.11Mas estando
ya presente Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes que habían de venir, por el
más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta
creación; 12y no por sangre de machos cabríos ni de becerros,
sino por su propia sangre, entró una sola vez en el lugar santísimo, habiendo
obtenido eterna redención. 13Porque si la
sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de una becerra, rociadas
a los inmundos santifican para la purificación de la carne, 14¿cuánto más
la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo
sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que
sirváis al Dios vivo? 15Y por causa de esto Él es mediador del nuevo
testamento, para que interviniendo muerte para la redención de las
transgresiones que había bajo el primer testamento, los llamados reciban la
promesa de la herencia eterna. 16Porque donde
hay testamento, necesario es que intervenga muerte del testador. 17Porque el
testamento con la muerte es confirmado; de otra manera no tiene validez entre
tanto que el testador vive. 18De donde ni
aun el primer testamento fue consagrado sin sangre.19Porque
habiendo hablado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo,
tomando la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, y lana de
grana, e hisopo, roció al mismo libro, y también a todo el pueblo, 20diciendo:
Ésta es la sangre del testamento que Dios os ha mandado. 21Y además de
esto roció también con sangre el tabernáculo y todos los vasos del
ministerio. 22Y casi todo es purificado según la ley con sangre;
y sin derramamiento de sangre no hay remisión. 23Fue, pues,
necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas con estas
cosas; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que
éstos. 24Porque no entró Cristo en el santuario hecho de
mano, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora por
nosotros en la presencia de Dios. 25Y no para
ofrecerse muchas veces a sí mismo, como entra el sumo sacerdote en el lugar
santísimo cada año con sangre ajena; 26de otra
manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del
mundo; pero ahora en la consumación de los siglos, se presentó una sola vez por
el sacrificio de sí mismo para quitar el pecado.27Y de la
manera que está establecido a los hombres que mueran una sola vez, y después de
esto el juicio;28Así también Cristo fue ofrecido una sola vez, para
llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el
pecado, para salvación de los que le esperan.
HEBREOS 10
1Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes
venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos
sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se
acercan. 2De otra manera cesarían de ofrecerse, ya que los
adoradores, limpios una vez, no tendrían más conciencia de pecado. 3Pero en estos
sacrificios cada año se hace memoria de los pecados. 4Porque la
sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. 5Por lo cual,
entrando en el mundo, dice: sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste
cuerpo: 6Holocaustos y sacrificios por el pecado no te
agradaron. 7Entonces dije: He aquí que vengo en la cabecera del
libro está escrito de mí para hacer, oh Dios, tu voluntad. 8Diciendo
arriba: Sacrificio y ofrenda, y holocaustos y expiaciones por el pecado no
quisiste, ni te agradaron cuyas cosas se ofrecen según la ley. 9Entonces
dijo: He aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad. Quita lo primero,
para establecer lo postrero. 10En esa
voluntad nosotros somos santificados, mediante la ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una sola vez.11Y ciertamente todo sacerdote se presenta cada día
ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden
quitar los pecados.12Pero Éste, habiendo ofrecido por los pecados un
solo sacrificio para siempre, se ha sentado a la diestra de Dios, 13de aquí en
adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.14Porque con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. 15Y el Espíritu
Santo también nos da testimonio; porque después que había dicho: 16Éste es el
pacto que haré con ellos: Después de aquellos días, dice el Señor: Daré mis
leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré;17y nunca más
me acordaré de sus pecados e iniquidades. 18Pues donde
hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. 19Así que,
hermanos, teniendo libertad para entrar en el lugar santísimo por la sangre de
Jesús, 20por el camino nuevo y vivo que Él nos consagró a
través del velo, esto es, por su carne; 21y teniendo un
gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22acerquémonos
con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de
mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 23Mantengamos
firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra fe; que fiel es el que
prometió; 24y considerémonos unos a otros para provocarnos al
amor y a las buenas obras; 25no dejando
nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos
unos a otros; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.26Porque si
pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la
verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado, 27sino una
horrenda expectación de juicio y hervor de fuego que ha de devorar a los
adversarios. 28El que menospreciare la ley de Moisés, por el
testimonio de dos o de tres testigos muere sin ninguna misericordia.29¿De cuánto
mayor castigo pensáis que será digno, el que pisoteare al Hijo de Dios, y
tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere
afrenta al Espíritu de gracia? 30Pues conocemos
al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El
Señor juzgará a su pueblo.31Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo.32Pero traed a
la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sufristeis
gran combate de aflicciones; 33por una
parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo;
y por otra parte fuisteis hechos compañeros de los que han estado en igual
situación.34Y os compadecisteis de mí en mis cadenas, y el
despojo de vuestros bienes padecisteis con gozo, sabiendo en vosotros que
tenéis una mejor y perdurable sustancia en los cielos. 35No perdáis,
pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;36porque la
paciencia os es necesaria; para que habiendo hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa. 37Porque aún un poco de tiempo, y el que ha de venir
vendrá, y no tardará. 38Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no
agradará a mi alma.39Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que creen para salvación del alma.
HEBREOS 11
1Es, pues, la fe, la sustancia de las cosas que se
esperan, la demostración de lo que no se ve.2Porque por
ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3Por fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de manera
que lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía. 4Por fe Abel
ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó
testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto,
aún habla por ella. 5Por fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no
fue hallado, porque lo traspuso Dios. Y antes que fuese traspuesto, tuvo
testimonio de haber agradado a Dios. 6Pero sin fe
es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que a Dios se acerca,
crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. 7Por fe Noé,
siendo advertido por Dios de cosas que aún no se veían, con temor preparó el
arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho
heredero de la justicia que es por la fe. 8Por fe
Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por
herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9Por fe habitó
en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y
Jacob, coherederos de la misma promesa: 10Porque
esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo artífice y hacedor es Dios.11Por fe
también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir simiente; y
dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó ser fiel el que lo
había prometido. 12Por lo cual también, de uno, y éste ya casi muerto,
salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable
que está a la orilla del mar. 13Conforme a la
fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de
lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran extranjeros y
peregrinos sobre la tierra. 14Porque los
que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria. 15Que si
hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían
tiempo para volverse. 16Pero ahora anhelaban una mejor patria, esto es, la
celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque
les había preparado una ciudad. 17Por fe Abraham
cuando fue probado, ofreció a Isaac, y él que había recibido las promesas,
ofreció a su hijo unigénito, 18habiéndole
sido dicho: En Isaac te será llamada simiente; 19pensando que
aun de los muertos es Dios poderoso para levantar; de donde también le volvió a
recibir por figura. 20Por fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú acerca de
cosas que habían de venir. 21Por fe Jacob,
al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose sobre el
extremo de su bordón. 22Por fe José, al morir, hizo mención del éxodo de
los hijos de Israel; y dio mandamiento acerca de sus huesos. 23Por fe
Moisés, cuando nació, fue escondido de sus padres por tres meses, porque vieron
que era niño hermoso; y no temieron el edicto del rey. 24Por fe
Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón;25escogiendo
antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales
de pecado. 26Teniendo por mayores riquezas el vituperio de
Cristo que los tesoros en Egipto; porque tenía puesta su mirada en el
galardón. 27Por fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey;
porque se sostuvo como viendo al Invisible. 28Por fe
celebró la pascua y el rociamiento de la sangre, para que el que mataba a los
primogénitos no los tocase a ellos. 29Por fe
pasaron por el Mar Rojo como por tierra seca; lo cual probando los egipcios,
fueron ahogados. 30Por fe cayeron los muros de Jericó después de
rodearlos siete días. 31Por fe Rahab la ramera no pereció juntamente con
los incrédulos, habiendo recibido a los espías en paz. 32¿Y qué más
digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, y de Barac, y de Sansón,
y de Jefté; así como de David, y de Samuel y de los profetas; 33que por fe
conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de
leones, 34apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de
espada, sacaron fuerzas de flaqueza, fueron hechos fuertes en batallas,
hicieron huir ejércitos extranjeros. 35Las mujeres
recibieron sus muertos por resurrección; mas otros fueron torturados, no
aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. 36Otros
experimentaron vituperios y azotes; y a más de esto cadenas y cárceles.37Fueron
apedreados, aserrados, probados, muertos a espada; anduvieron de acá para allá
cubiertos de pieles de ovejas y pieles de cabras, pobres, angustiados,
maltratados; 38de los cuales el mundo no era digno; errantes por
los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.39Y todos
éstos, aunque obtuvieron buen testimonio mediante la fe, no recibieron la
promesa;40proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros,
para que no fuesen ellos perfeccionados sin nosotros.
HEBREOS 12
1Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor
nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso, y del pecado
que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,2puestos los
ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual, por el gozo puesto
delante de Él sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y se sentó a la
diestra del trono de Dios. 3Considerad,
pues, a Aquél que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para
que no os fatiguéis ni desmayen vuestras almas. 4Porque aún no
habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado. 5¿Y habéis ya
olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige? Hijo mío, no
menosprecies la corrección del Señor, ni desmayes cuando eres de Él reprendido.6Porque el
Señor al que ama castiga, y azota a todo el que recibe por hijo. 7Si soportáis
el castigo, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el
padre no castiga? 8Pero si estáis sin castigo, del cual todos son
hechos partícipes, entonces sois bastardos, y no hijos. 9Por otra
parte, tuvimos a los padres de nuestra carne que nos disciplinaban, y los
reverenciábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los
espíritus, y viviremos? 10Y aquéllos, a la verdad, por pocos días nos
castigaban como a ellos les parecía, mas Éste para lo que nos es provechoso, a
fin de que participemos de su santidad. 11A la verdad
ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero
después da fruto apacible de justicia a los que por él son ejercitados. 12Por lo cual
alzad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13y haced
sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino,
antes sea sanado. 14Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual
nadie verá al Señor. 15Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de
Dios; no sea que brotando alguna raíz de amargura, os perturbe, y por ella
muchos sean contaminados; 16que ninguno sea fornicario, o profano, como Esaú,
que por un bocado vendió su primogenitura. 17Porque ya
sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue rechazado, y no
halló lugar de arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. 18Porque no os
habéis acercado al monte que se podía tocar, que ardía con fuego, y al turbión,
y a la oscuridad, y a la tempestad, 19y al sonido
de la trompeta, y a la voz que les hablaba, la cual los que la oyeron rogaron
que no se les hablase más; 20porque no
podían soportar lo que se mandaba: Si aun una bestia tocare al monte, será
apedreada, o pasada con dardo. 21Y tan
terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; 22sino que os
habéis acercado al monte de Sión, y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén
celestial, y a una compañía innumerable de ángeles, 23a la
congregación general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en el
cielo, y a Dios el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos
perfectos, 24y a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la
sangre del rociamiento que habla mejor que la de Abel. 25Mirad que no
desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que
hablaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháramos al que habla desde
el cielo.26La voz del cual conmovió entonces la tierra; pero
ahora ha prometido, diciendo: Aun una vez, y yo conmoveré no solamente la
tierra, sino también el cielo. 27Y esta
expresión: Aun una vez, significa la remoción de las cosas movibles, como de
cosas hechas, para que permanezcan las que no pueden ser removidas. 28Así que,
recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gracia, por la cual
sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; 29porque
nuestro Dios es fuego consumidor.
HEBREOS 13
1Permanezca el amor fraternal. 2No os
olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron
ángeles. 3Acordaos de los presos, como presos juntamente con
ellos; y de los afligidos, como que también vosotros mismos estáis en el
cuerpo. 4Honroso es en todo el matrimonio, y el lecho sin
mancilla; mas a los fornicarios y a los adúlteros juzgará Dios. 5Sean vuestras
costumbres sin avaricia; contentos con lo que tenéis; porque Él dijo: No te
dejaré ni te desampararé. 6De manera que podemos decir confiadamente: El Señor
es mi ayudador; y: No temeré lo que me pueda hacer el hombre. 7Acordaos de
vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios, y seguid el ejemplo de
su fe, considerando cuál haya sido el éxito de su conducta. 8Jesucristo es
el mismo ayer, y hoy, y por siempre. 9No seáis
llevados de acá para allá por doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa
es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a
los que se han ocupado en ellas. 10Tenemos un
altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo. 11Porque los
cuerpos de aquellos animales, cuya sangre a causa del pecado es introducida en
el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento.12Por lo cual
también Jesús, para santificar al pueblo con su propia sangre, padeció fuera de
la puerta.13Salgamos, pues, a Él, fuera del campamento, llevando
su vituperio. 14Porque no tenemos aquí ciudad permanente, mas
buscamos la por venir.15Así que, por medio de Él ofrezcamos siempre a Dios
sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de nuestros labios dando gracias a
su nombre. 16Y de hacer bien y de la comunicación no os
olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios. 17Obedeced a
vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas,
como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no gimiendo;
porque esto no os es provechoso. 18Orad por
nosotros; porque confiamos que tenemos buena conciencia; deseando conducirnos
en todo con honestidad. 19Y más os ruego que lo hagáis así, para que yo os
sea restituido más pronto. 20Y el Dios de
paz que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran
pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, 21os haga
perfectos para toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo Él en
vosotros lo que es agradable delante de Él por Jesucristo; al cual sea gloria
para siempre jamás. Amén. 22Y os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de
exhortación; pues os he escrito brevemente. 23Sabed que
nuestro hermano Timoteo ha sido puesto en libertad; con el cual, si viniere
pronto, iré a veros. 24Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los
santos. Los de Italia os saludan. 25La gracia sea
con todos vosotros. Amén. Escrita de Italia, traída por Timoteo.
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