DANIEL 1
1En el año tercero del reinado de Joacim rey de
Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. 2Y el Señor
entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los vasos de la casa de
Dios, y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios; y metió los vasos en
la casa del tesoro de su dios. 3Y dijo el rey
a Aspenaz, príncipe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del
linaje real de los príncipes,4muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, y de
buen parecer, e instruidos en toda sabiduría, y sabios en ciencia, y de buen
entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase
las letras y la lengua de los caldeos. 5Y el rey les
señaló una porción para cada día de la comida del rey y del vino que él bebía;
y que los criase tres años, para que al fin de ellos estuviesen delante del
rey. 6Y estaban entre ellos, de los hijos de Judá,
Daniel, Ananías, Misael y Azarías; 7a los cuales
el príncipe de los eunucos puso nombres. A Daniel llamó Beltsasar; y a Ananías,
Sadrac; y a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego. 8Y Daniel
propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni
con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al príncipe de los eunucos que se
le permitiese no contaminarse.9Y Dios puso a Daniel en gracia y en buena voluntad
con el príncipe de los eunucos; 10y dijo el
príncipe de los eunucos a Daniel: Tengo temor de mi señor el rey, que señaló
vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más
demacrados que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis
para con el rey mi cabeza.11Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto
por el príncipe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael, y Azarías: 12Prueba, te
ruego, con tus siervos por diez días, y que nos den legumbres a comer, y agua a
beber. 13Parezcan luego delante de ti nuestros rostros, y
los rostros de los muchachos que comen de la porción de la comida del rey; y
según lo que vieres, harás con tus siervos. 14Consintió,
pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días. 15Y al cabo de
los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los
otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey. 16Así fue que
Melsar tomaba la porción de la comida de ellos, y el vino que habían de beber,
y les daba legumbres.17Y a estos cuatro muchachos Dios les dio
conocimiento e inteligencia en todas las letras y sabiduría; mas Daniel tuvo
entendimiento en toda visión y sueños. 18Pasados,
pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el
príncipe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor. 19Y el rey
habló con ellos, y de entre todos ellos no se halló ninguno como Daniel,
Ananías, Misael, y Azarías; y así estuvieron delante del rey. 20Y en todo
asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les demandó, los halló diez veces
mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino. 21Y continuó
Daniel hasta el año primero del rey Ciro.
DANIEL 2
1Y en el segundo año del reinado de Nabucodonosor,
soñó Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y su sueño se fue de
él. 2Y el rey mandó llamar a magos, astrólogos,
encantadores y caldeos, para que declarasen al rey sus sueños. Vinieron, pues,
y se presentaron delante del rey. 3Y el rey les
dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha perturbado por saber del
sueño. 4Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua
aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y mostraremos la
interpretación.5Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto se
me fue; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis descuartizados,
y vuestras casas serán puestas por muladares. 6Y si
mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y recompensas y
grande honra; por tanto, mostradme el sueño y su interpretación. 7Respondieron
la segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y mostraremos su
interpretación. 8El rey respondió, y dijo: Yo conozco ciertamente
que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido.9Si no me
mostráis el sueño, una sola sentencia será de vosotros. Ciertamente preparáis
respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que se pasa
el tiempo; por tanto, decidme el sueño, para que yo entienda que me podéis
mostrar su interpretación. 10Los caldeos
respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que
pueda declarar el asunto del rey; pues ningún rey, príncipe, o señor, preguntó
cosa semejante a ningún mago, ni astrólogo, ni caldeo. 11Finalmente,
el asunto que el rey demanda, es singular, ni hay quien lo pueda declarar
delante del rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne. 12Por esta
causa el rey se enojó, y enfurecido, mandó que matasen a todos los sabios de
Babilonia. 13Y se publicó el decreto, de que los sabios fueran
llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos.14Entonces
Daniel habló avisada y prudentemente a Arioc, capitán de la guarda del rey, que
había salido para matar a los sabios de Babilonia. 15Habló y dijo
a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa por la que este decreto se publique
de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc declaró el asunto a
Daniel. 16Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo,
y que él mostraría al rey la interpretación.17Se fue luego
Daniel a su casa, y declaró el asunto a Ananías, Misael, y Azarías, sus
compañeros, 18para que pidiesen misericordias del Dios del cielo
sobre este misterio, y que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros
sabios de Babilonia.19Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión
de noche; por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.20Y Daniel
habló, y dijo: Sea bendito el nombre de Dios desde la eternidad hasta la
eternidad; porque suya es la sabiduría y el poder. 21Y Él cambia
los tiempos y las sazones; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los
sabios, y la ciencia a los entendidos.22Él revela lo
profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora con
Él. 23A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te
alabo, que me diste sabiduría y fortaleza, y ahora me enseñaste lo que te
pedimos; pues nos has enseñado el asunto del rey.24Después de
esto Daniel entró a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios
de Babilonia; fue, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame
delante del rey, que yo mostraré al rey la interpretación. 25Entonces
Arioc llevó prestamente a Daniel delante del rey, y le dijo así: He hallado a
un varón de los cautivos de Judá, el cual declarará al rey la
interpretación. 26Respondió el rey, y dijo a Daniel, al cual llamaban
Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme entender el sueño que vi, y su interpretación?27Daniel
respondió delante del rey, y dijo: El misterio que el rey demanda, ni sabios,
ni astrólogos, ni magos, ni adivinos lo pueden enseñar al rey. 28Mas hay un
Dios en el cielo, el cual revela los misterios, y Él ha hecho saber al rey
Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. Tu sueño, y las visiones
de tu cabeza sobre tu cama, es esto:29Estando tú,
oh rey, en tu cama subieron tus pensamientos por saber lo que había de suceder
en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de
suceder. 30Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque
en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino por aquellos que
debían de hacer saber al rey la interpretación, y para que tú entendieses los
pensamientos de tu corazón. 31Tú, oh rey,
veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya
gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.32La cabeza de
esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus
muslos, de bronce; 33sus piernas de hierro; sus pies, en parte de
hierro, y en parte de barro cocido. 34Estabas
mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, la cual hirió a la
imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. 35Entonces fue
también desmenuzado el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y
se tornaron como tamo de las eras del verano; y los levantó el viento, y nunca
más se les halló lugar. Mas la piedra que hirió a la imagen, vino a ser una
gran montaña, que llenó toda la tierra. 36Éste es el
sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. 37Tú, oh rey,
eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fortaleza
y majestad. 38Y todo lo que habitan los hijos de los hombres,
bestias del campo y aves del cielo, Él los ha entregado en tu mano, y te ha
dado dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. 39Y después de
ti se levantará otro reino menor que tú; y otro tercer reino de bronce, el cual
dominará sobre toda la tierra. 40Y el cuarto
reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y pulveriza todas las
cosas, y como el hierro que quebranta todas estas cosas, desmenuzará y
quebrantará. 41Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de
barro cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino será dividido; mas
habrá en él algo de fortaleza de hierro, según que viste el hierro mezclado con
el barro cocido. 42Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro,
y en parte de barro cocido, en parte será el reino fuerte, y en parte será
frágil. 43En cuanto a lo que viste, el hierro mezclado con el
barro, se mezclarán por medio de simiente humana, mas no se unirán el uno con
el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. 44Y en los días
de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que jamás será destruido,
y este reino no será dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos
estos reinos, y él permanecerá para siempre. 45De la manera
que viste que del monte fue cortada una piedra, no con manos, la cual desmenuzó
al hierro, al bronce, al barro, a la plata, y al oro; el gran Dios ha mostrado
al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel
su interpretación.46Entonces el rey Nabucodonosor cayó sobre su rostro,
y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes y perfumes. 47El rey habló
a Daniel, y dijo: Ciertamente que el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de
los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.48Entonces el
rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos y grandes dones, y lo puso por
gobernador de toda la provincia de Babilonia, y por príncipe de los
gobernadores sobre todos los sabios de Babilonia.49Y Daniel
solicitó del rey, y él puso sobre los negocios de la provincia de Babilonia a
Sadrac, Mesac, y Abed-nego: y Daniel estaba a la puerta del rey.
DANIEL 3
1El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, la
altura de la cual era de sesenta codos, su anchura de seis codos; la levantó en
el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. 2Y envió el
rey Nabucodonosor a juntar los grandes, los asistentes y capitanes, oidores,
receptores, los del consejo, presidentes, y a todos los gobernadores de las
provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey
Nabucodonosor había levantado.3Fueron, pues, reunidos los príncipes, los
asistentes y capitanes, los jueces, los tesoreros, los consejeros, los
presidentes, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la
estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de
la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor. 4Y el
pregonero anunciaba en alta voz: Se ordena a vosotros, oh pueblos, naciones, y
lenguas, 5que al oír el son de la bocina, de la flauta, del
tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento de
música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha
levantado; 6y cualquiera que no se postre y adore, en la misma
hora será echado dentro de un horno de fuego ardiendo. 7Por lo cual,
al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del
arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento de música, todos los
pueblos, naciones, y lenguas, se postraron, y adoraron la estatua de oro que el
rey Nabucodonosor había levantado. 8Por esto en
aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron, y denunciaron a los
judíos. 9Hablando y diciendo al rey Nabucodonosor: Rey, para
siempre vive. 10Tú, oh rey, diste una ley que todo hombre al oír el
son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la
zampoña, y de todo instrumento de música, se postrase y adorase la estatua de
oro; 11y el que no se postrase y adorase, fuese echado
dentro de un horno de fuego ardiendo. 12Hay unos
varones judíos, los cuales pusiste tú sobre los negocios de la provincia de
Babilonia; Sadrac, Mesac, y Abed-nego; estos varones, oh rey, no han hecho
cuenta de ti; no adoran tus dioses, no adoran la estatua de oro que tú
levantaste. 13Entonces Nabucodonosor con ira y con enojo mandó
que trajesen a Sadrac, Mesac, y Abed-nego. Y al punto fueron traídos estos
varones delante del rey. 14Habló Nabucodonosor, y les dijo: ¿Es verdad Sadrac,
Mesac, y Abed-nego, que vosotros no honráis a mis dioses, ni adoráis la estatua
de oro que he levantado? 15Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el
son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la
zampoña, y de todo instrumento de música, os postréis, y adoréis la estatua que
he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio
de un horno de fuego ardiendo; ¿y quién será el Dios que os pueda librar de mis
manos? 16Sadrac, Mesac, y Abed-nego respondieron y dijeron
al rey Nabucodonosor: No tenemos necesidad de responderte sobre este asunto.17He aquí
nuestro Dios a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y
de tu mano, oh rey, nos librará. 18Y si no,
sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua
de oro que has levantado. 19Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó
el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac, y Abed-nego; por lo cual habló, y
ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo que solían calentarlo.20Y mandó a
hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac, y
Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.21Entonces
estos varones fueron atados con sus mantos, y sus calzas, y sus mitras, y sus
demás vestiduras, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. 22Y porque la
orden del rey era apremiante, y habían calentado mucho el horno, la llama del
fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac, y Abed-nego. 23Y estos tres
varones, Sadrac, Mesac, y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego
ardiendo.24Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se
levantó de prisa, y habló, y dijo a los de su consejo: ¿No echaron tres varones
atados dentro del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Es verdad, oh
rey.25Respondió él y dijo: He aquí yo veo cuatro varones
sueltos, que se pasean en medio del fuego, y ningún daño hay en ellos; y el
parecer del cuarto es semejante al Hijo de Dios. 26Entonces
Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y habló y
dijo: Sadrac, Mesac, y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid.
Entonces Sadrac, Mesac, y Abed-nego salieron de en medio del fuego. 27Y se juntaron
los grandes, los gobernadores, los capitanes, y los del consejo del rey, para
mirar estos varones, cómo el fuego no se enseñoreó de sus cuerpos, ni cabello de
sus cabezas fue quemado, ni sus ropas se mudaron, ni olor de fuego había pasado
por ellos.28Nabucodonosor habló y dijo: Bendito el Dios de
ellos, de Sadrac, Mesac, y Abed-nego, que envió su Ángel, y libró sus siervos
que esperaron en Él, y el mandamiento del rey mudaron, y entregaron sus cuerpos
antes que servir o adorar a otro dios que su Dios. 29Por tanto, yo
decreto que todo pueblo, nación, o lengua, que dijere blasfemia contra el Dios
de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa sea puesta por
muladar; por cuanto no hay otro Dios que pueda librar como Éste. 30Entonces el
rey engrandeció a Sadrac, Mesac, y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
DANIEL 4
1Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones, y
lenguas, que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada: 2Me ha
parecido bien publicar las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho
conmigo. 3¡Cuán grandes son sus señales, y cuán poderosas sus
maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en
generación. 4Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y
próspero en mi palacio. 5Vi un sueño que me espantó, y las imaginaciones y
visiones de mi cabeza me turbaron en mi cama. 6Por lo cual yo
di mandamiento para hacer venir delante de mí a todos los sabios de Babilonia,
a fin de que me hiciesen saber la interpretación del sueño. 7Y vinieron
magos, astrólogos, caldeos, y adivinos; y dije el sueño delante de ellos, mas
ellos no me dieron a conocer su interpretación; 8Hasta que
entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi
dios, y en el cual hay espíritu de los dioses santos, y dije el sueño delante
de él, diciendo: 9Beltsasar, príncipe de los magos, ya que he entendido
que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te
esconde, dime las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación. 10Éstas son las
visiones de mi cabeza cuando estaba en mi cama: Me parecía que veía un árbol en
medio de la tierra, cuya altura era grande. 11Crecía este
árbol, y se hacía fuerte, y su altura llegaba hasta el cielo, y su vista hasta
el cabo de toda la tierra. 12Su follaje
era hermoso, y su fruto en abundancia, y para todos había en él mantenimiento.
Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían
morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne. 13Veía en las
visiones de mi cabeza estando en mi cama, y he aquí que un vigilante y santo
descendía del cielo. 14Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el
árbol, y cortad sus ramas, quitadle su follaje, y derramad su fruto: váyanse
las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. 15Mas la cepa
de sus raíces dejaréis en la tierra, y con atadura de hierro y de bronce entre
la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y su parte con las
bestias en la hierba de la tierra. 16Sea mudado su
corazón de hombre, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete
tiempos. 17La sentencia es por decreto de los vigilantes, y
por dicho de los santos la demanda: para que conozcan los vivientes que el
Altísimo señorea en el reino de los hombres, y que a quien Él quiere lo da, y
constituye sobre él al más bajo de los hombres. 18Yo el rey
Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación
de él, porque todos los sabios de mi reino nunca pudieron mostrarme su
interpretación; mas tú puedes, porque hay en ti espíritu de los dioses
santos. 19Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, estuvo
atónito por una hora, y sus pensamientos lo espantaban: El rey habló, y dijo:
Beltsasar, no te espante el sueño ni su interpretación. Respondió Beltsasar, y
dijo: Señor mío, el sueño sea para los que te aborrecen, y su interpretación
para tus enemigos. 20El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y
que su altura llegaba hasta el cielo, y era visible a toda la tierra; 21y cuyo
follaje era hermoso, y su fruto en abundancia, y que para todos había
mantenimiento en él; debajo del cual moraban las bestias del campo, y en sus
ramas habitaban las aves del cielo, 22eres tú
mismo, oh rey, que creciste, y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza, y ha
llegado hasta el cielo, y tu señorío hasta el cabo de la tierra.23Y en cuanto a
lo que vio el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo, y decía:
Cortad el árbol y destruidlo; mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra,
y con atadura de hierro y de bronce en la hierba del campo; y sea mojado con el
rocío del cielo, y su parte sea con las bestias del campo, hasta que pasen
sobre él siete tiempos; 24ésta es la interpretación, oh rey, y la sentencia
del Altísimo, que ha venido sobre el rey mi señor: 25Que te
echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y te
harán comer hierba del campo, como a los bueyes, y con rocío del cielo serás
bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que entiendas que el Altísimo
señorea en el reino de los hombres, y que a quien Él quiere lo da. 26Y lo que
dijeron, que dejasen en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol,
significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el señorío es
de los cielos. 27Por tanto, oh rey, acepta mi consejo, y rompe con
tus pecados mediante justicia, y con tus iniquidades mediante misericordias para
con los pobres; que tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad.28Todo esto
vino sobre el rey Nabucodonosor.29Al cabo de
doce meses, paseando en el palacio del reino de Babilonia, 30habló el rey,
y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia, que yo edifiqué para casa del reino, con
la fuerza de mi poder, y para gloria de mi grandeza? 31Aún estaba la
palabra en la boca del rey, cuando descendió una voz del cielo, diciendo: A ti
se te dice, rey Nabucodonosor; el reino es traspasado de ti: 32Y de entre los
hombres te echan, y con las bestias del campo será tu morada, y como a los
bueyes te apacentarán: y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas
que el Altísimo señorea en el reino de los hombres, y que a quien Él quiere lo
da.33En la misma hora se cumplió la palabra sobre
Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los
bueyes, y su cuerpo se bañaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció
como las plumas de águila, y sus uñas como de aves.34Mas al fin
del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi sentido me fue vuelto;
y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque su
señorío es eterno, y su reino por todas las edades. 35Y todos los
moradores de la tierra son estimados como nada; y Él hace según su voluntad en
el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra; no hay quien estorbe
su mano, y le diga: ¿Qué haces?36En el mismo tiempo mi sentido me fue vuelto, y la
majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis
gobernadores y mis grandes me buscaron; y fui restituido a mi reino, y mayor
grandeza me fue añadida. 37Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y
glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdad, y sus caminos
juicio; y humillar puede a los que andan con soberbia.
DANIEL 5
1El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus
príncipes, y en presencia de los mil bebía vino.2Belsasar, con
el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que
Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén; para que bebiesen
con ellos el rey y sus príncipes, sus esposas y sus concubinas. 3Entonces
fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios
que estaba en Jerusalén, y bebieron con ellos el rey y sus príncipes, sus
esposas y sus concubinas.4Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de
plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.5En aquella
misma hora salieron unos dedos de mano de hombre, y escribían delante del
candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la
palma de la mano que escribía. 6Entonces
demudó el semblante del rey, y sus pensamientos lo turbaron, y se desataron las
ceñiduras de sus lomos, y sus rodillas se batían la una con la otra. 7El rey gritó
en alta voz que hiciesen venir astrólogos, caldeos, y adivinos. Habló el rey, y
dijo a los sabios de Babilonia: Cualquiera que leyere esta escritura, y me
mostrare su interpretación, será vestido de púrpura, y tendrá collar de oro a
su cuello; y gobernará como el tercero en el reino. 8Entonces
fueron introducidos todos los sabios del rey, y no pudieron leer la escritura,
ni mostrar al rey su interpretación. 9Entonces el
rey Belsasar se turbó en gran manera, y se le demudó su semblante y sus príncipes
quedaron atónitos. 10La reina, por las palabras del rey y de sus
príncipes, entró a la sala del banquete. Y habló la reina, y dijo: Rey, para
siempre vive, no te asombren tus pensamientos, ni demude tu semblante. 11En tu reino
hay un varón, en el cual mora el espíritu de los dioses santos; y en los días
de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como la sabiduría de
los dioses; al cual tu padre el rey Nabucodonosor, digo, tu padre el rey,
constituyó príncipe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y
adivinos; 12por cuanto fue hallado en él un mayor espíritu y
conocimiento e inteligencia, para interpretar sueños, descifrar enigmas y
deshacer dudas, es decir, en Daniel; al cual el rey puso por nombre Beltsasar.
Llámese, pues, ahora a Daniel, y él mostrará la interpretación. 13Entonces
Daniel fue traído delante del rey. Y habló el rey, y dijo a Daniel: ¿Eres tú
aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de
Judea? 14Yo he oído de ti que el espíritu de los dioses
santos está en ti, y que en ti se halló luz, y entendimiento y mayor sabiduría.15Y ahora
fueron traídos delante de mí, sabios, astrólogos, que leyesen esta escritura, y
me mostrasen su interpretación: pero no han podido mostrar la declaración del
asunto. 16Yo pues he oído de ti que puedes interpretar sueños
y disolver las dudas. Si ahora pudieres leer esta escritura, y mostrarme su
interpretación, serás vestido de púrpura, y collar de oro tendrás en tu cuello,
y en el reino serás el tercer señor.17Entonces
Daniel respondió, y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y tus
presentes dalos a otro. La escritura yo la leeré al rey, y le declararé la
interpretación. 18El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu
padre el reino, y la grandeza, y la gloria, y la honra. 19Y por la
grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones, y lenguas, temblaban y temían
delante de él. A quien quería, mataba, y a quien quería, dejaba con vida; a
quien quería, engrandecía, y a quien quería, humillaba. 20Mas cuando su
corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en altivez, fue depuesto
del trono de su reino, y traspasaron de él la gloria: 21Y fue echado
de entre los hijos de los hombres; y su corazón fue puesto con las bestias, y
con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer, como a buey, y
su cuerpo fue bañado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el
Altísimo Dios señorea en el reino de los hombres, y que pone sobre él a quien
le place. 22Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu
corazón, sabiendo todo esto: 23sino que
contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti
los vasos de su casa, y tú y tus príncipes, tus esposas y tus concubinas habéis
bebido vino en ellos; además de esto diste alabanza a dioses de plata y de oro,
de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni vn, ni oyen, ni saben; y al
Dios en cuya mano está tu vida, y de quien son todos tus caminos, no honraste.24Entonces de
su presencia fue enviada la palma de la mano que esculpió esta escritura. 25Y la
escritura que esculpió es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.26Ésta es la
interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. 27TEKEL: Pesado
has sido en balanza y fuiste hallado falto. 28PERES: Tu
reino ha sido dividido, y dado a los medos y a los persas. 29Entonces,
mandándolo Belsasar, vistieron a Daniel de púrpura, y en su cuello fue puesto
un collar de oro, y pregonaron de él que fuese el tercer señor en el
reino. 30La misma noche fue muerto Belsasar, rey de los
caldeos. 31Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y
dos años.
DANIEL 6
1Pareció bien a Darío constituir sobre el reino
ciento veinte gobernadores, que estuviesen en todo el reino.2Y sobre ellos
tres presidentes de los cuales Daniel era el primero, a quienes estos
gobernadores diesen cuenta, para que el rey no recibiese daño. 3Pero el mismo
Daniel era más estimado que estos gobernadores y presidentes, porque en él
había un espíritu excelente; y el rey pensaba en ponerlo sobre todo el
reino. 4Entonces los presidentes y gobernadores buscaban
ocasiones contra Daniel por parte del reino; mas no podían hallar alguna
ocasión o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en
él. 5Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos
contra este Daniel ocasión alguna, si no la hallamos contra él en relación a la
ley de su Dios.6Entonces estos gobernadores y presidentes se
juntaron delante del rey, y le dijeron así: Rey Darío, para siempre vive: 7Todos los
presidentes del reino, magistrados, gobernadores, grandes y capitanes, han
acordado por consejo promulgar un real edicto, y confirmarlo, que cualquiera
que demandare petición de cualquier dios u hombre en el espacio de treinta
días, excepto de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. 8Ahora, oh
rey, confirma el edicto, y firma la escritura, para que no pueda ser cambiada,
conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser revocada. 9Firmó, pues,
el rey Darío la escritura y el edicto. 10Y Daniel,
cuando supo que la escritura estaba firmada, entró en su casa, y abiertas las
ventanas de su cámara que estaban hacia Jerusalén, se hincaba de rodillas tres
veces al día, y oraba, y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer
antes. 11Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a
Daniel orando y suplicando delante de su Dios. 12Se llegaron
luego, y hablaron delante del rey acerca del edicto real: ¿No has confirmado
edicto que cualquiera que pidiere a cualquier dios u hombre en el espacio de treinta
días, excepto a ti, oh rey, fuese echado en el foso de los leones? Respondió el
rey y dijo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no se
abroga. 13Entonces respondieron y dijeron delante del rey:
Ese Daniel, que es de los hijos de la cautividad de los judíos, no ha hecho
cuenta de ti, oh rey, ni del edicto que confirmaste; antes tres veces al día
hace su petición.14Entonces el rey, al oír estas palabras, le pesó en
gran manera, y sobre Daniel puso cuidado para librarlo; y hasta la puesta del
sol trabajó para librarle.15Pero aquellos hombres se reunieron cerca del rey, y
dijeron al rey: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia, que ningún
decreto u ordenanza que el rey confirmare puede ser cambiado. 16Entonces el
rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y
hablando el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves,
Él te librará.17Y fue traída una piedra, y puesta sobre la puerta
del foso, la cual selló el rey con su anillo, y con el anillo de sus príncipes,
para que el acuerdo acerca de Daniel no se cambiase. 18Se fue luego
el rey a su palacio, y pasó la noche en ayuno; ni instrumentos de música fueron
traídos delante de él, y se le fue el sueño.19Entonces el
rey se levantó muy de mañana, y fue aprisa al foso de los leones: 20y llegándose
cerca del foso llamó a voces a Daniel con voz triste. Y el rey habló a Daniel y
le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú
continuamente sirves ¿te ha podido librar de los leones? 21Entonces
habló Daniel con el rey: Oh rey, para siempre vive. 22El Dios mío
envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen
mal: porque delante de Él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo
no he hecho ningún mal. 23Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de
él, y mandó sacar a Daniel del foso. Y Daniel fue sacado del foso, y ninguna
lesión se halló en él, porque creyó en su Dios. 24Y el rey
ordenó que fueran traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y
fueron echados en el foso de los leones, ellos, sus hijos y sus esposas; y aún
no habían llegado al suelo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos,
y quebraron todos sus huesos.25Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos,
naciones, y lenguas, que habitan en toda la tierra: Paz os sea
multiplicada: 26De parte mía es puesta ordenanza, que en todo el
señorío de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de
Daniel; porque Él es el Dios viviente y permanece por la eternidad, y su reino
no será destruido, y su señorío permanecerá hasta el fin. 27Que salva y
libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; el cual libró a
Daniel del poder de los leones. 28Y este Daniel
fue prosperado durante el reinado de Darío, y durante el reinado de Ciro, el
persa.
DANIEL 7
1En el primer año de Belsasar rey de Babilonia, tuvo
Daniel un sueño y visiones de su cabeza estando en su cama; luego escribió el
sueño, y relató la suma de los asuntos. 2Habló Daniel
y dijo: Veía yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del
cielo combatían en el gran mar. 3Y cuatro
bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. 4La primera
era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas
fueron arrancadas, y fue quitada de la tierra; y se puso enhiesta sobre los
pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre. 5Y he aquí
otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se puso a un lado, y tenía en
su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, traga
mucha carne. 6Después de esto yo miraba, y he aquí otra,
semejante a un leopardo, y tenía cuatro alas de ave en sus espaldas: tenía
también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio. 7Después de esto
miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y
terrible, y en grande manera fuerte; la cual tenía unos dientes grandes de
hierro: devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies: y era muy
diferente de todas las bestias que habían sido antes de ella, y tenía diez
cuernos. 8Y mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que
otro cuerno pequeño subía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres
cuernos de los primeros; y he aquí, en este cuerno había ojos como ojos de
hombre, y una boca que hablaba grandezas. 9Estuve
mirando hasta que fueron puestos unos tronos. Y el Anciano de días se sentó,
cuya vestidura era blanca como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana
pura; su trono era como llama de fuego, y sus ruedas, como fuego
ardiente. 10Un río de fuego procedía y salía de delante de Él:
millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de Él:
El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. 11Yo entonces
miraba a causa de la voz de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miré
hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser
quemado en el fuego. 12Habían también quitado a las otras bestias su
dominio, y les había sido dada prolongación de vida hasta cierto tiempo. 13Miraba yo en
la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo uno como el Hijo del
Hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de días, y le hicieron llegar
delante de Él. 14Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que
todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio
eterno, que no pasará, y su reino uno que no será destruido. 15Yo Daniel,
fui turbado en mi espíritu en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza
me asombraron. 16Me acerqué a uno de los que asistían, y le pregunté
la verdad acerca de todo esto. Y me habló, y me dio a conocer la interpretación
de las cosas. 17Estas cuatro grandes bestias, son cuatro reyes que
se levantarán en la tierra. 18Después
tomarán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino por siempre,
eternamente y para siempre.19Entonces quise saber la verdad acerca de la cuarta
bestia, que tan diferente era de todas las otras, espantosa en gran manera, que
tenía dientes de hierro, y sus uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y
las sobras hollaba con sus pies: 20Asimismo
acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que había subido,
de delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos, y boca
que hablaba grandezas, y parecía más grande que sus compañeros. 21Y veía yo que
este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, 22hasta tanto
que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y
vino el tiempo, y los santos poseyeron el reino. 23Dijo así: La
cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de
todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, y la hollará, y la
despedazará. 24Y los diez cuernos significan que de aquel reino se
levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será mayor que
los primeros, y a tres reyes subyugará. 25Y hablará
palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo afligirá, y pensará en
mudar los tiempos y la ley: y entregados serán en su mano hasta un tiempo, y
tiempos, y el medio de un tiempo. 26Pero se
sentará el Juez, y le quitarán su dominio, para que sea destruido y arruinado
hasta el extremo; 27y que el reino, el dominio y la majestad de los
reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo; cuyo
reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán. 28Hasta aquí
fue el fin del asunto. En cuanto a mí, Daniel, mucho me turbaron mis
pensamientos, y mi rostro se demudó, pero guardé el asunto en mi corazón.
DANIEL 8
1En el año tercero del reinado del rey Belsasar, me
apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido
antes. 2Vi en visión, y sucedió cuando la vi, que yo estaba
en Susán, que es cabecera del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en
visión, estando junto al río Ulai. 3Y alcé mis
ojos, y miré, y he aquí un carnero que estaba delante del río, el cual tenía
dos cuernos; y los dos cuernos eran altos, pero uno era más alto que el otro; y
el más alto subió a la postre. 4Vi que el
carnero hería con los cuernos al poniente, al norte, y al sur, y que ninguna
bestia podía mantenerse de pie delante de él, ni había quien librara de su
mano; y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía. 5Y mientras yo
consideraba, he aquí un macho cabrío venía de la parte del poniente sobre la
faz de toda la tierra, el cual no tocaba la tierra; y aquel macho cabrío tenía
un cuerno notable entre sus ojos.6Y vino hasta
el carnero que tenía los dos cuernos, al cual yo había visto que estaba delante
del río, y corrió contra él con la ira de su poder. 7Y lo vi que
llegó junto al carnero, y se levantó contra él, y lo hirió, y quebró sus dos
cuernos, porque en el carnero no había fuerzas para pararse delante de él; lo
derribó por tanto en tierra, y lo pisoteó; y no hubo quien librase al carnero
de su mano. 8Y el macho cabrío se engrandeció en gran manera; y
estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar
subieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del
cielo. 9Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, el cual
creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa. 10Y se
engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las
estrellas echó por tierra, y las pisoteó. 11Aun contra el
príncipe de la fortaleza se engrandeció, y por él fue quitado el continuo
sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra. 12Y el ejército
le fue entregado a causa de la prevaricación sobre el continuo sacrificio; y
echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó. 13Y oí a un
santo que hablaba; y otro de los santos dijo a aquél que hablaba: ¿Hasta cuándo
durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora que pone
el santuario y el ejército para ser hollados? 14Y él me dijo:
Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; y el santuario será
purificado. 15Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la
visión, y buscaba su significado, he aquí uno con apariencia de hombre se puso
delante de mí. 16Y oí una voz de hombre entre las riberas de Ulai,
que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión.17Vino luego
cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y caí sobre mi rostro.
Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión será para el tiempo
del fin. 18Y mientras él hablaba conmigo, caí dormido en
tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie. 19Y dijo: He
aquí yo te enseñaré lo que ha de venir en el fin de la ira; porque al tiempo
señalado el fin se cumplirá. 20Aquel carnero
que viste, que tenía dos cuernos, son los reyes de Media y de Persia. 21Y el macho
cabrío es el rey de Grecia; y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el
rey primero. 22Y en cuanto al cuerno que fue quebrado y sucedieron
cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación,
mas no con la fuerza de él. 23Y al fin del
reinado de éstos, cuando los transgresores hayan llegado a su colmo, se
levantará un rey altivo de rostro, y entendido en enigmas. 24Y su poder se
fortalecerá, mas no por su propio poder, y destruirá maravillosamente, y
prosperará; y hará arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de
los santos. 25Y con su sagacidad hará prosperar el engaño en su
mano; y en su corazón se engrandecerá, y con paz destruirá a muchos; y contra
el Príncipe de los príncipes se levantará; mas sin mano será quebrantado. 26Y la visión
de la tarde y la mañana que está dicha, es verdadera; y tú guarda la visión,
porque es para muchos días. 27Y yo Daniel
fui quebrantado, y estuve enfermo algunos días; y cuando convalecí, atendí el
asunto del rey; mas estaba espantado acerca de la visión, y no había quien la
entendiese.
DANIEL 9
1En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la
nación de los medos, el cual fue puesto por rey sobre el reino de los
caldeos; 2en el año primero de su reinado, yo Daniel miré
atentamente en los libros el número de los años, de los cuales vino palabra de
Jehová al profeta Jeremías, que había de concluir la asolación de Jerusalén en
setenta años. 3Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en
oración y ruego, en ayuno, y cilicio y ceniza. 4Y oré a
Jehová mi Dios, y confesé, y dije: Oh Señor, Dios grande, digno de ser temido,
que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus
mandamientos; 5Hemos pecado, hemos hecho iniquidad, hemos obrado
impíamente, hemos sido rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de
tus juicios. 6No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que
en tu nombre hablaron a nuestros reyes, y a nuestros príncipes, a nuestros
padres y a todo el pueblo de la tierra. 7Tuya es,
Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como sucede en el día de
hoy a todo hombre de Judá, y a los moradores de Jerusalén, y a todo Israel, a
los de cerca y a los de lejos, en todas las tierras a donde los has echado a
causa de su rebelión con que contra ti se rebelaron. 8Oh Jehová,
nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes, y
de nuestros padres; porque contra ti pecamos. 9De Jehová
nuestro Dios es el tener misericordia, y el perdonar, aunque contra Él nos
hemos rebelado; 10y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios,
para andar en sus leyes, las cuales Él puso delante de nosotros por medio de
sus siervos los profetas. 11Y todo Israel traspasó tu ley apartándose para no oír
tu voz: por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición, y el juramento que
está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra Él
pecamos. 12Y Él ha confirmado su palabra que habló sobre
nosotros, y sobre nuestros jueces que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros
tan grande mal; que nunca fue hecho debajo del cielo como el que fue hecho en
Jerusalén. 13Según está escrito en la ley de Moisés, todo este
mal vino sobre nosotros; y no hemos rogado a la faz de Jehová nuestro Dios,
para convertirnos de nuestras maldades, y entender tu verdad. 14Por tanto,
Jehová veló sobre el mal, y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová
nuestro Dios en todas sus obras que Él hace, porque no obedecimos a su
voz. 15Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu
pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual en
este día; hemos pecado, impíamente hemos hecho. 16Oh Señor,
según todas tus justicias, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad
Jerusalén, tu santo monte: porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad
de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor
nuestro. 17Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu
siervo, y sus súplicas, y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario
asolado, por amor del Señor. 18Inclina, oh
Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la
ciudad sobre la cual es llamado tu nombre: porque no derramamos nuestros ruegos
ante tu presencia confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas
misericordias. 19Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor,
y haz; no pongas dilación, por amor de ti mismo, Dios mío: porque tu nombre es
invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.20Aun estaba yo
hablando, y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y
presentaba mi súplica delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi
Dios; 21y todavía estaba yo hablando en oración, cuando
aquel varón Gabriel, al cual había visto en visión al principio, volando con
presteza, me tocó como a la hora del sacrificio de la tarde. 22Y me hizo
entender, y habló conmigo, y dijo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría
y entendimiento. 23Al principio de tus súplicas fue dada la orden, y
yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, el
asunto, y considera la visión. 24Setenta
semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar
la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la
justicia eterna, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los
santos. 25Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la
orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá
siete semanas, y sesenta y dos semanas; la plaza volverá a ser edificada, y el
muro, en tiempos angustiosos. 26Y después de
las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el
pueblo del príncipe que ha de venir, destruirá la ciudad y el santuario; con
inundación será el fin de ella, y hasta el fin de la guerra las asolaciones
están determinadas. 27Y por una semana confirmará el pacto con muchos, y
a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolar, aun hasta una entera
consumación; y lo que está determinado se derramará sobre el pueblo asolado.
DANIEL 10
1En el tercer año de Ciro rey de Persia, fue
revelada palabra a Daniel, cuyo nombre era Beltsasar; y la palabra era
verdadera, mas el tiempo fijado era largo; pero él comprendió la palabra, y
tuvo inteligencia en la visión. 2En aquellos
días yo Daniel me contristé por espacio de tres semanas. 3No comí pan
delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me ungí con ungüento, hasta que
se cumplieron tres semanas. 4Y a los
veinticuatro días del mes primero estaba yo a la orilla del gran río
Hidekel; 5Y alzando mis ojos miré, y he aquí un varón vestido
de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz: 6Y su cuerpo
era como el berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas
de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce resplandeciente, y la
voz de sus palabras como la voz de una multitud. 7Y sólo yo,
Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo; sino
que cayó sobre ellos un gran temor y huyeron a esconderse. 8Quedé, pues,
yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí; antes mi fuerza se me
cambió en debilidad, sin retener vigor alguno. 9Pero oí la
voz de sus palabras; y oyendo la voz de sus palabras, estaba yo adormecido
sobre mi rostro, y mi rostro en tierra. 10Y he aquí una
mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de
mis manos. 11Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a
las palabras que te hablaré, y levántate sobre tus pies; porque a ti he sido
enviado ahora. Y cuando él hablaba conmigo estas palabras, yo estaba temblando.12Entonces me
dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que diste tu corazón a
entender, y a afligirte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras;
y a causa de tus palabras yo he venido.13Mas el
príncipe del reino de Persia se puso contra mí veintiún días; y he aquí,
Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y yo quedé allí
con los reyes de Persia. 14Yo he venido para hacerte saber lo que ha de venir
a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es aún para muchos
días; 15y cuando él habló conmigo estas palabras, puse mi
rostro en tierra, y enmudecí. 16Mas he aquí,
como una semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca, y
hablé, y dije a aquel que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión se
revolvieron mis dolores sobre mí, y no me quedó fuerza. 17¿Cómo, pues,
podrá el siervo de mi señor hablar con este mi señor? Porque al instante me
faltó la fuerza, y no me ha quedado aliento. 18Y aquella
como semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció; 19y me dijo:
Varón muy amado, no temas; paz a ti; ten buen ánimo, y esfuérzate. Y hablando
él conmigo recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has
fortalecido. 20Y dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Porque luego
tengo que volver para pelear con el príncipe de Persia; y saliendo yo, he aquí,
el príncipe de Grecia vendrá. 21Pero yo te
declararé lo que está anotado en la Escritura de la verdad. Y ninguno hay que
se esfuerce conmigo en estas cosas, sino Miguel vuestro príncipe.
DANIEL 11
1Y en el año primero de Darío el medo, yo estuve
para animarlo y fortalecerlo. 2Y ahora yo te
mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se
hará de grandes riquezas más que todos; y fortificándose con sus riquezas,
incitará a todos contra el reino de Grecia. 3Se levantará
luego un rey poderoso, el cual señoreará con gran dominio, y hará según su
voluntad. 4Pero cuando se haya levantado, su reino será
quebrantado, y repartido por los cuatro vientos del cielo; y no a sus
descendientes, ni según el señorío con que él señoreó; porque su reino será
arrancado, y será para otros fuera de ellos.5Y se hará
fuerte el rey del sur; mas uno de los príncipes de aquél le sobrepujará, y se
hará poderoso; su dominio será gran dominio. 6Y al cabo de
años harán alianza entre ellos, y la hija del rey del sur vendrá al rey del
norte para hacer un convenio. Pero ella no podrá retener la fuerza del brazo;
ni permanecerá él, ni su brazo; porque será entregada ella, y los que la habían
traído, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquellos
tiempos. 7Mas del renuevo de sus raíces se levantará uno en
su lugar, y vendrá con ejército, y entrará en la fortaleza del rey del norte, y
hará en ellos a su arbitrio, y predominará. 8Y aun los
dioses de ellos, con sus príncipes, con sus vasos preciosos de plata y de oro,
llevará cautivos a Egipto; y por muchos años se mantendrá él contra el rey del
norte. 9Así entrará en su reino el rey del sur, y volverá a
su tierra. 10Mas los hijos de aquél se airarán y reunirán
multitud de grandes ejércitos: y vendrá a gran prisa, e inundará, y pasará, y
tornará, y llegará con ira hasta su fortaleza. 11Por lo cual
se enfurecerá el rey del sur, y saldrá, y peleará con el mismo rey del norte; y
pondrá en campo gran multitud, y toda aquella multitud será entregada en su mano.12Y la multitud
se ensoberbecerá, se elevará su corazón, y derribará muchos millares; mas no
prevalecerá. 13Y el rey del norte volverá a poner en campaña una
multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años vendrá a gran prisa
con grande ejército y con muchas riquezas. 14Y en aquellos
tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur; e hijos de disipadores de
tu pueblo se levantarán para confirmar la profecía, pero caerán. 15Vendrá, pues,
el rey del norte, y fundará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y los brazos
del sur no podrán permanecer, ni su pueblo escogido, ni habrá fortaleza que
pueda resistir. 16Y el que vendrá contra él, hará a su voluntad, y no
habrá quien se pueda parar delante de él; y estará en la tierra gloriosa, la
cual será consumida en su poder. 17Pondrá luego
su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél cosas
rectas, y le dará una hija de mujeres para corromperle; pero no le respaldará
ni estará de su lado. 18Volverá después su rostro a las islas, y tomará
muchas; mas un príncipe le hará parar su afrenta, y aun tornará sobre él su
oprobio. 19Luego volverá su rostro a las fortalezas de su
tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado. 20Entonces se
levantará en su lugar un recaudador de impuestos en la gloria del reino; pero a
los pocos días será destruido, no en enojo, ni en batalla. 21Y en su lugar
se levantará un hombre vil, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá
con paz, y tomará el reino con halagos. 22Y con los
brazos de inundación serán inundados delante de él, y serán quebrantados; y aun
también el príncipe del pacto.23Y después de la alianza hecha con él, él hará
engaño, y subirá, y saldrá vencedor con poca gente.24Estando la
provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres,
ni los padres de sus padres; presa, y despojos, y riquezas repartirá a sus
soldados; y contra las fortalezas formará sus designios: y esto por
tiempo. 25Y despertará sus fuerzas y su corazón contra el rey
del sur con grande ejército; y el rey del sur se moverá a la guerra con grande
y muy fuerte ejército; mas no prevalecerá, porque le harán traición. 26Aun los que
comen de su pan, le destruirán; y su ejército será destruido, y caerán muchos
muertos. 27Y el corazón de estos dos reyes será para hacer
mal, y en una misma mesa tratarán mentira; mas no servirá de nada, porque el
plazo aún ha de venir al tiempo señalado.28Y se volverá
a su tierra con grande riqueza, y su corazón será contra el pacto santo;
actuará, pues, contra éste, y se volverá a su tierra. 29Al tiempo
señalado volverá, y vendrá hacia el sur; mas no será la postrera venida como la
primera. 30Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se
contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo, y actuará contra
éste; volverá, pues, y se entenderá con los que abandonan el santo pacto. 31Y se
levantarán brazos de su parte; y contaminarán el santuario de fortaleza, y
quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora. 32Y con
lisonjas hará pecar a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su
Dios, se esforzará y hará proezas. 33Y los sabios
del pueblo instruirán a muchos; pero caerán a espada y a fuego, en cautividad y
despojo, por muchos días.34Y en su caer serán ayudados de pequeño socorro; y
muchos se juntarán a ellos con lisonjas. 35Y algunos de
los sabios caerán para ser purificados, y limpiados, y emblanquecidos, hasta el
tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo. 36Y el rey hará
a su voluntad; y se enaltecerá y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el
Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la
ira; porque lo que está determinado se cumplirá. 37No hará caso
del Dios de sus padres, ni del amor de las mujeres: ni se cuidará de dios
alguno, porque sobre todo se engrandecerá. 38Mas honrará
en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo
honrará con oro, y plata, y piedras preciosas, y con cosas de gran
precio. 39Y actuará contra los baluartes más fuertes con el
dios ajeno que él reconocerá y colmará de honores; y los hará señorear sobre
muchos, y por interés repartirá la tierra. 40Pero al cabo
del tiempo el rey del sur se enfrentará con él; y el rey del norte se levantará
contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchos navíos;
y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. 41Y vendrá a la
tierra gloriosa, y muchas naciones caerán; mas éstas escaparán de su mano:
Edom, y Moab, y lo mejor de los hijos de Amón.42Asimismo
extenderá su mano a las otras tierras, y no escapará el país de Egipto. 43Y se
apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de
Egipto. Libios y etíopes seguirán sus pasos. 44Pero noticias
del oriente y del norte lo estremecerán; y saldrá con grande ira para destruir
y matar a muchos. 45Y plantará las tiendas de su palacio entre los
mares, en el monte deseable del santuario; y vendrá hasta su fin, y no tendrá
quien le ayude.
DANIEL 12
1Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran
príncipe que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual
nunca fue después que hubo gente hasta entonces; mas en aquel tiempo será
libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. 2Y muchos de
los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida
eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. 3Y los
entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que guiaron
a muchos a la justicia, como las estrellas, a perpetua eternidad. 4Pero tú
Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin: Muchos
correrán de un lado a otro, y la ciencia se aumentará. 5Y yo, Daniel,
miré, y he aquí otros dos que estaban de pie, el uno a este lado del río, y el
otro al otro lado del río. 6Y dijo uno al
varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin
de estas maravillas? 7Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las
aguas del río, el cual alzó su mano derecha y su mano izquierda al cielo, y
juró por Aquél que vive por siempre, que será por tiempo, tiempos, y la mitad
de un tiempo. Y cuando él acabe de dispersar el poder del pueblo santo, todas
estas cosas serán cumplidas. 8Y yo oí, mas
no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? 9Y dijo: Anda,
Daniel, que estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del
fin. 10Muchos serán limpios, y emblanquecidos, y
purificados; mas los impíos obrarán impíamente, y ninguno de los impíos
entenderá, pero entenderán los entendidos. 11Y desde el
tiempo que fuere quitado el continuo sacrificio hasta la abominación
desoladora, habrá mil doscientos noventa días. 12Bienaventurado
el que espere, y llegue hasta mil trescientos treinta y cinco días. 13Pero tú sigue
hasta el fin. Porque tú te levantarás y reposarás en tu heredad al fin de los
días
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